índice
Semblanza
I.
VIAJES
1.
IDIOMAS
2.
PARÍS
3.
EUROPA
a)
Italia
b)
Los otros países
II.
EL BOTÁNICO
TOURNEFORT
PLUMIER
LYNNEUS
PLANTAE
SELECTAE
DE
CANDOLLE
OTROS
BOTÁNICOS
OBRAS
DE APOYO
HUERTAS
JARDINES
RASPAIL
VON
LIEBIG
BOUSSINGAULT
OTROS
TRABAJOS
III.
NATURALEZA
1.
LECLERC
2.
JARDÍN DE PLANTAS
3.
PRECURSORES
4.
CONTEMPORÁNEOS
A.
LYELL
B.
OTROS
5.
MANUALES
IV.
SOCIEDAD
A.
Filosofía
1.
BAYLE
2.
FRERET
3.
D’ALEMBERT
4.
DIDEROT
5.
ENCICLOPEDIA METÓDICA
B)
Biografía e historia
1.
GIBBON
2.
GIRARD
3.
GAILLARD
4.
CHATEAUBRIAND
5.
MICHELET
6.
OTROS
7.
LAMENNAIS
8.
OTRAS OBRAS
C.
Literatura
1.
Novela
2.
Poesía y fábula
CONCLUSIÓN
_____________
FONDO MELCHOR OCAMPO
Biblioteca
Pública de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
|
MELCHOR
OCAMPO
algunos
de sus libros
por
JOSÉ
HERRERA PEÑA
II. EL BOTÁNICO
JUGOS
DE LA VIDA
Armado
con lo más general e indispensable, el joven Ocampo empieza a preocuparse
por cosas mas prácticas y especializadas, como las que se refieren a los
frutos y a los árboles frutales.
Él
no se ha presentado en París como hacendado sino como cultivador, es decir,
no como propietario sino como productor, como hombre que ha estudiado no sólo
la agricultura en general sino también la silvicultura, la horticultura, la floricultura y la fruticultura,
“en la teórica y en la práctica”.
A propósito de la fruta, sabe que su consumo fue condenado por la
medicina durante siglos. Libros como el Régimen del cuerpo,
de Aldebrandin de Siena,
en el siglo XIII, o el Platino en francés, en 1505, estiman que
engendra malos humores en el cuerpo, además de tener un débil
valor nutritivo. Los médicos de esa época recomendaban no comerla más
que en ciertos momentos del día; por ejemplo: las cerezas dulces, por la mañana,
con su hueso; las cerezas agrias, al principio de la comida; las manzanas,
después del postre, con azúcar y semillas de hinojo; las peras, cocidas
sobre las brasas con anís y cilantro, acompañadas de una copa de vino, etcétera.
A partir de 1683, la situación cambia radicalmente.
Un médico de La Rochelle
publica un Tratado sobre el uso de la fruta de los árboles para
conservar la salud, que crea un nuevo estilo de vida. Y a principios del
siglo XVIII se extiende la práctica de terminar la comida con el servicio
llamado “fruto”. Es la época en que la sociedad aristocrática y la
alta burguesía se apasionan por este artículo, de lo que da testimonio el
éxito de las numerosas guías de jardinería y horticultura, entre ellas,
el Tratado de los jardines, de Saussay
(1722).
A partir de entonces, se despliega toda una línea de
obras que van desde la monumental Instrucción para jardines frutales,
de Jean-Baptiste
de La Quintinie
(1730), hasta la Escuela del jardín de frutos, de La Bretonnerie
(1784), las cuales desarrollan y perfeccionan este arte. Así que lo primero
que busca el michoacano en París es precisamente la Instrucción para
jardines frutales y de legumbres de La Quintinie, en dos tomos, y la adquiere dos veces.
La Quintinie era abogado en la corte del parlamento, pero Jean Tambonneau
–el presidente del tribunal de cuentas- lo nombró preceptor de su hijo.
Al hacer un viaje por Europa con su pupilo descubrió en Italia el arte de
la jardinería; se hizo agrónomo y jardinero, y decidió consagrarse a esta
materia. Según él, los árboles frutales son portadores de jugos de vida.
Hizo varios jardines frutales para los grandes personajes de Francia: Colbert, Fouquet, Condé, Mlle. de Montpensier y otros, hasta que en 1670 fue nombrado director de todos
los jardines frutales y huertos del rey.
Ocho años después, creó la huerta del castillo de Versalles
en un lugar antes ocupado por un estanque. El jardín, con una superficie de
nueve hectáreas, proveía al rey y a la corte de diversos productos fuera
de temporada: peras, manzanas, fresas, higos, papas de Cambray... Para
lograrlo, su director desarrolló varias técnicas de cultivo, utilizadas
todavía en nuestros días. También escribió un Tratado sobre los
naranjos seguido de algunas reflexiones sobre agricultura;
que sería publicado por su hijo en 1690, y que es uno de los primeros
tratados de agronomía modernos. (Por cierto, la obra de La Quintinie
es tan actual, que la última edición de su célebre Instrucción
apenas se hizo en 1999).
A Ocampo le interesa también otra obra: Escuela
del jardín de frutos, del señor La Bretonnerie, en dos tomos. Trata sobre los orígenes de
los árboles frutales, las tierras en que se dan y su mejoramiento, la
selección de los árboles, y el cultivo en general de dichos árboles. A
partir de su primera edición en 1784, la obra se reeditó varias veces, la
última, en 1810. Ocampo obtiene la de 1808.
Consigue
igualmente un estudio que casi contemporáneo: Principios prácticos
sobre la educación el cultivo, la talla y el abonamiento de los árboles
frutales, principalmente el durazno, según el método de Pépin
y de otros célebres cultivadores de Montreuil.
El autor, el señor Jean Mozard
-a quien piensa visitar durante su recorrido por
Francia- es cultivador en Montreuil,
discípulo de Pépin
y sobrino del señor N. Mozard, antiguo jardinero de Versalles
del rey Luis XVIII.
En esas andanzas, se entera que quizá en uno o dos años saldrá a la
luz la segunda edición de El fruto francés o tratado de los árboles
frutales, de Augustine
Lelieur, y solicita que cuando esto ocurra, se la envíen a México.
Y
por último, no basta crear y producir; hay que saber también mantener y
conservar. Así que se hace del tratado sobre Conservación de frutos,
de Poumier,
autor y obra de los cuales se ha perdido su rastro[5].
JARDINES
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