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Qué es la piedra El fin del quinto sol
Sol del agua:
Sol del viento
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La belleza formal de la Piedra del Sol -el Calendario Azteca- se ha impuesto por sí misma, a partir de su descubrimiento, sin necesidad de comprender su significado ni su mensaje. El valor de la misteriosa obra de arte puede ser calculado en función de la extraña fascinación que ha ejercido sobre los descendientes del pueblo que la creó e incluso otros muchos. No tiene necesidad de ser descrita en forma literaria para sostener su regio valor estético. Entre nuestros pueblos indígenas, el tiempo era religión, y la religión, tiempo. Según ellos, el universo y la vida no fueron creados de un solo golpe sino sujetos a hecatombes devastadoras y a sorprendentes renacimientos. La historia de la creación, pues, es también la historia de la destrucción. Por eso, en la cosmogonía y la religión a las culturas americanas domina un sentimiento trágico de la vida, pero también un optimismo inexplicable. En esta sucesión de cielos, paisajes, formas de vida y soles que nacen y mueren, hay una resignación ante lo inexorable y una euforia vital antes del fin. El universo, al ser dislocado, ha arrastrado en su caída a la humanidad. Esto se ha reproducido cuatro veces. La historia universal es la historia de los cuatro soles. La historia contemporánea, la del quinto sol. Pero a pesar de los renacimientos, la carga del fin se ha impuesto y un dramático pesimismo es más intenso que la emoción del florecimiento. Y es que lo pasado y lo presente se enlazan con lo futuro. Así como las cuatro edades anteriores se extinguieron, la actual desaparecerá. La fecha calendárica de su destrucción está grabada en lo alto de la piedra. Su causa, también. Fecha y causa: 4 terremoto.
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