Historia y política    
Información sobre México

José Herrera Peña

Quien es el editor


Portada

Sección política

Enlaces

Ilustraciones

Temario y cronología


.

Candidaturas independientes

VÍCTOR ALARCÓN OLGUÍN

El ponente destacó la significación política de la candidatura independiente en relación con el sistema político, el de partidos y la sociedad; las características que presenta la candidatura independiente según la el lugar y el momento en que surge, y las ventajas y desventajas de las que goza así como las que ofrece al sistema político y a la sociedad en general.

Lo primero que hay que tener en cuenta en el tema de las candidaturas independientes es que representan un problema desde el punto de vista de la representación de los partidos políticos así como para la construcción de un sistema democrático

La candidatura independiente es un tema que en la ciencia política no se ha examinado con la debida atención. Por esto mismo es importante que se dirija la mirada hacia esta área de estudio. ¿Qué es un candidato independiente? ¿Por qué tiene un sugerente atractivo?

En nuestro país los candidatos independientes siempre han concitado muchas veces simpatía y muchas veces extrañeza. Siguiendo la tradición norteamericana de contar una historia antes de iniciar el tema propiamente dicho, contaré ésta: en los prolegómenos de la Revolución Mexicana teníamos a un famoso personaje que se presentaba elección tras elección. Era un romántico que se llamaba Nicolás Zúñiga y Miranda. Este candidato independiente, que se oponía sistemáticamente a la candidatura oficial del dictador Porfirio Díaz, al final de cuentas pronóstico o anticipó justamente el sentir de una población con respecto a un régimen que estaba agotado o en vías de agotamiento. Con esto no quiero decir que José Alcaraz en este momento sea nuestra versión moderna de Nicolás Zúñiga y Miranda sino únicamente que su aparición nos da una idea de que algo está pasando en México y de que hay que poner atención en ello.

¿Por qué surge un candidato independiente? ¿Qué implica su surgimiento en un sistema político? Lo primero que hay que entender que un candidato independiente es otra forma de hacer política. Rechaza las formas tradicionales de hacer política. Es un candidato anti-establishment, es decir, busca romper las reglas del sistema, aunque juegue dentro de ellas. Consecuentemente, critica a la política general del gobierno. Se considera una respuesta ante el malestar de la vida pública. Es anti-corrupción. Tiene un ideario fundamentalmente anti-corrupción. Por eso se mueve en la marginalidad y busca la concitación de otros sectores para incorporarlos a un nuevo sistema político. En esencia, busca crear un nuevo establishment.

En forma más concreta, el candidato independiente es una respuesta a la partidocracia mexicana, al sistema que ha privilegiado el monopolio de la representación política a través de los partidos. Reclama la falta de democracia interna de los partidos políticos. Muchos de los candidatos independientes proceden de disidencias o escisiones de partidos políticos, en los cuales no han encontrado una oportunidad para expresarse. Su desconfianza está fundamentada en su fracaso o en la falta de interés de las élites partidarias para incorporarlos a los procesos políticos, sea como candidatos o sea como funcionarios de la propia organización partidaria. Romper la partidocracia, por consiguiente, es un elemento fundamental a considerar en el desarrollo de una idea dirigida a cambiar las condiciones de competencia, equidad y presencia de la ciudadanía en los procesos electorales.

Los candidatos independientes no juegan el mismo rol según se trate de una sociedad abierta, democrática, o de una sociedad cerrada, autoritaria. Hay diversas tipologías de candidato independiente. En los sistemas abiertos, los líderes buscan su fundamento en un movimiento social. En los autoritarios, por el contrario, los movimientos sociales generalmente van en busca de un líder, de un candidato independiente, es decir, hay una gran dispersión ciudadana que busca expresarse y canalizarse a través de un candidato.

Además, en los regímenes abiertos, los candidatos independientes van en pos de lo que se conoce acá como demandas post-materiales, es decir, de segundas metas que se sitúan después de los valores como democracia, justicia, ecología, etc. En cambio, en los sistemas cerrados, los candidatos independientes tienen todavía connotaciones étnicas, religiosas, fundamentalistas o nacionalistas.

En los sistemas en proceso de apertura -como pudiera calificarse al nuestro-, el candidato independiente es por lo general una figura pública, reconocida, a partir del cual las organizaciones políticas y los ciudadanos empiezan a incorporarse a su alrededor (como en los casos de Cuauhtémoc Cárdenas, que rompe con el régimen oficial pero siendo un líder ya establecido; de Porfirio Muñoz Ledo; más recientemente de Manuel Camacho Solís, o más lejanamente de González Guevara).

¿Cuáles son las ventajas y las desventajas que se atribuyen a los candidatos independientes? Primero las ventajas. Tiene controles institucionales bajos. Su agenda de alianzas es más pragmática, es decir, tiene más posibilidad de incorporar a gente de muy diversos orígenes. Tiene una mayor espontaneidad, es decir, es más del agrado de la población, su base social está más cerca de la población. Pasa de ser un opositor testimonial a un opositor capaz de generar una alternancia. Y, desde luego, depende regularmente de recursos propios. A menos que sea un disidente, el candidato independiente generalmente es una figura pública -con recursos propios-, pero no un político profesional, lo cual le genera la confianza del electorado. (Por eso tenemos deportistas, presentadores y otros candidatos propuestos por los partidos que comparten el escenario político con estos disidentes).

Las desventajas. Primero, tienen una menor visibilidad. Cuando no hay condiciones equitativas de competencia electoral, los candidatos independientes tienen que pagar un costo más alto para entrar en las reglas democráticas y eventualmente acceder a los recursos. Segundo, la gente critica su pragmatismo. No le queda muy claro cuál es su ideología. Pueden hablar de todo y de nada. ¿Qué es lo que proponen más allá de la retórica de los grandes conceptos y de las grandes demandas? Tercero, la gente critica su falta de perdurabilidad, es decir, se presentan en una elección y si no logran entrar en el umbral de la votación requerida, desaparecen tan rápidamente como aparecieron o tienen que reciclarse en algún otro tipo de participación política. Cuarto, pueden ser opositores con capacidad de chantaje: es la idea de blackmail. Esta capacidad puede ser justamente vista como un elemento distorsionante por los partidos políticos. Simplemente buscan algo. Buscan un "hueso", un trabajo o algún otro tipo de prebenda; entonces no hablan seriamente de transformar o modificar el sistema político. Quinto, hay desconfianza respecto a sus recursos propios. ¿De dónde vienen esos candidatos que tienen tanto tiempo para dedicarse a la política? ¿Serán acaso "narcos"? ¿Serán acaso presta-nombres de algún político en desgracia, etc., por el cual puedan hacer justamente este chantaje? Y por último, y conste que utilizo también los argumentos que utilizan por partidos políticos para desprestigiar a los candidatos independientes, son arribistas, inexpertos, no son profesionales, no conocen el tema de la política, son amateurs. ¿Que nos van a decir los independientes a nosotros, políticos profesionales, sobre cómo hacer las cosas?

El reto principal de un candidato independiente, si gana, es saber cómo se institucionaliza. Como en el viejo chiste de Cuauhtémoc: y si ganamos... ¿Qué hacemos? En el "qué hacemos" tiene el siguiente reto: o bien, adoptar las mismas formas institucionales que critica, o bien, iniciar todo un proceso de cambio y ruptura, de introducción de nuevas reglas de competencia, de visión, de proyecto de gobierno, etc.

Pero también hay otra cosa importante. Los candidatos independientes, por más que se presenten como sociedad civil, han enfocado una falsa línea de debate en relación con los partidos políticos, porque éstos también son formas de representación ciudadana. Una cosa es que éstos hayan sido la forma privilegiada para encausar la participación política, y otra que hayan dejado formar parte de la sociedad. También son ciudadanos los miembros de los partidos políticos. Por eso me parece -en lo personal- que hay un falso debate en México de atribuir todas las desgracias nacionales a los partidos políticos, cuando en realidad han sido la única opción -incluso para los opositores individuales- de acceder a mecanismos de rechazo o de denuncia o de modificación de las polítcas estatales.

Lo que debe criticarse no es la figura de los partidos políticos, o sea, la estructura de las organizaciones partidistas en cuanto mecanismos de representación, sino la forma en que los partidos políticos han ejercido sus prerrogativas en México. Antes, el sistema electoral estaba diseñado para proteger al partido en el gobierno, porque siempre hubo competencia formal, aunque no equitativa, en los hechos. Sin embargo, a medida de que se dio la alternancia o la posibilidad de que nuevos grupos tomaran posiciones públicas, estos partidos también se incorporaron al proteccionismo electoral. Hoy estos partidos no permiten que otros movimientos, que amenazan sus prerrogativas o sus posiciones de poder vengan y les quiten el pastel al que les ha costado casi cincuenta años acceder. Luego entonces, ¿no podemos completar el ciclo histórico: un ciudadano, un voto, votar y ser votado?

Esta es, pues, una de las preguntas fundamentales: si un candidato independiente gana, ¿que pasa después? ¿Hacia dónde tiene que dirigir sus pasos y en qué va a fundamentarlos? La idea de ruptura del proteccionismo electoral que prevalece en favor del sistema de partidos -tanto para el partido oficial como para los partidos de oposición registrados- nos hace ver la importancia del candidato independiente como persona. Y suscita la reflexión de esta figura política, no en función de tener mayores alternativas o mayores opciones electorales, sino de generar, en todo caso, un mecanismo que permita el acceso responsable de dichos candidatos independientes en la vida electoral.

Basado en dos encuestas; una, hecha oficialmente por el IFE, que se llama "La Reforma Electoral y su contexto socio-cultural", y otra, hecha por un equipo de investigadores de la UNAM, que se llama "Los mexicanos de los noventa", en las que se consultó a 3,500 personas a nivel nacional, voy a tomar algunas cifras que muestran la valoración de la cultura política de los mexicanos en este debate entre partidos políticos y ciudadanos.

Pregunta: ¿cuál de las siguientes razones es la principal para ir a votar? Es un derecho: 46%; una obligación, 24%; una forma de expresar descontento: 5%; una forma de apoyar a un partido político: 20%; no sabe o no contestó: 4%.

Pregunta: ¿qué es más importante al decidir cómo votar? El candidato: 53%; el partido: 28%; ambos: 12%; ninguno: 3%; no sabe o no contestó: 4%: aquí se revela al alto nivel de la personalización de la política en México.

Pregunta: ¿cómo puede contribuir mejor un ciudadano a la solución de los problemas de México? Dentro de un partido: 70.9%; fuera de él: 18.7%; depende: 4.7%; no sabe o no contestó: 5.7%.

Pregunta: para resolver los problemas de las comunidades, ¿qué tanto sirve que la gente forme organizaciones independientes de los partidos? Mucho: 64.4%; poco: 22.2%; nada: 10.5%; no sabe o no contestó: 2.9%. Gracias a lo expuesto se puede concluir que es un falso supuesto el que la gente no aprecie a los partidos. Lo que no aprecia es la forma en que trabajan los partidos, pero sí considera que pueden ser un factor coadyuvante para la construcción democrática de un sistema que incida en el mejoramiento de su nivel de vida.

Pregunta: además de los partidos políticos, ¿deben participar o no otras organizaciones en la Cámara de Diputados? Sí: 41.7%, no: 43.4%; en parte: 2.2%; no sabe o no contestó: 8.6%. Habrá que advertirse que al hacerse la encuesta existían únicamente seis partidos políticos registrados, no ocho como en la actualidad. De allí la siguiente

Pregunta: ¿Qué cree que sea mejor para México? Aumentar su número: 9.4%; mantenerlo: 42.7%; disminuirlo: 43.5%; no sabe o no contestó: 4.4%: la ciudadanía prefiere pocas opciones claras a una gran dispersión de partidos. Esto demuestra la evolución reciente de la ciudadanía de concentrar el voto en dos o tres opciones claras dentro del mapa político.

Pregunta: en su opinión, ¿cuántos partidos deben existir en México? Uno: 4.6%, dos: 12.3%; tres: 24.2%; más de tres: 46.5%; no sabe o no contestó: 10.3%: esto confirma la idea de que la población prefiere cinco o seis partidos.

Pregunta: de una calificación de cero a diez, ¿qué tanto cree en lo que dice el IFE? 7.8%. ¿Los diputados? 5.8%. ¿El gobierno? 5.5.%. ¿Los partidos políticos? 5.3%. ¿Las organizaciones no partidistas de ciudadanos? 5.2%.

Otra pregunta: ¿participa o es miembro de un partido político o de una organización no partidaria de ciudadanos? Sí: 19%; no: 80%; no sabe o no contestó: 1%.

Si se toma en cuenta lo anterior, es posible ver los retos a los que se enfrentan los candidatos independientes en la palestra política. Sea lo que fuere, éstos sí han logrado transformar el escenario político. Las formas en que se han modificado los procedimientos de selección de candidatos internos de los partidos es producto, entre otras cosas, de la efervescencia que han sabido crear con sus disidencias. Pasamos del dedazo presidencial en el PRI a la designación de candidatos por el colegio de notables -el consejo político nacional-; ése es un avance. ¡Qué bueno que dicho partido está experimentando la democracia! En el PAN se llevan a cabo convenciones de delegados muy parecidas a las que existen aquí, en EE.UU., en las elecciones primarias calificadas. En el PRD se ha dado el mayor avance al concitarse a las bases a participar directamente en la elección. Hemos visto que hay grados y formas diferentes en los partidos de reaccionar ante las demandas ciudadanas. En todos los casos, se ha arrebatado a las direcciones ejecutivas de los partidos la prerrogativa para señalar el orden o preferencia de los candidatos. En otras palabras, ya no es tan fácil para una dirección nacional imponer candidatos. Y además, ahora tienen que considerar las candidaturas externas, las candidaturas de alianza con las agrupaciones políticas para reforzar su base electoral. Todo esto se ha dado, entre otras cosas, gracias al esfuerzo de los candidatos independientes.

Arriba

5. Preguntas y respuestas

 


Portada

Sección política

Enlaces

Ilustraciones

Temario y cronología