La reforma del Estado podría ser insuficiente
I
1.
Durante este sexenio se presentaron problemas de gobierno que, en
cuatro ocasiones, alcanzaron niveles de crisis.
a)
El licenciado Esteban Moctezuma presentó su renuncia por problemas de
salud en 1995, después del controvertible cambio de ministros en la Suprema
Corte de Justicia, las negociaciones con el llamado subcomandante Marcos en Chiapas
y la elección del licenciado Roberto Madrazo Pintado como gobernador de
Tabasco.
b)
El licenciado Emilio Chuaiffett Chemor presentó su renuncia en 1997,
después de los gravísimos problemas de instalación de la Cámara de Diputados
del Congreso de la Unión.
c)
El licenciado Francisco Labastida Ochoa presentó su renuncia en 1999,
para postularse como candidato a la Presidencia de la República por el
Partido Revolucionario Institucional, dejando pendientes tres problemas: la
reforma del Estado, la paz en Chiapas y la seguridad pública.
d)
Finalmente, el licenciado Diódoro Carrasco dejará el cargo al término
del presente sexenio (o quizá antes para presidir el PRI) sin haber tenido
tiempo de atender los pendientes, ni mejorado las relaciones entre el
Gobierno Federal y los partidos políticos, deterioradas al hacerse públicas
las negociaciones políticas entre la institución a su cargo y el licenciado
Porfirio Muñoz Ledo, candidato a la Presidencia de la República por el
Partido Auténtico de la Revolución Mexicana.
2.
Las fallas anteriores, al agregarse a otras de diversa naturaleza,
propiciaron la delincuencia a nivel nacional, lo que afectó igualmente el
pacto entre los poderes públicos federales y la población, y vulneró el
prestigio del gabinete de seguridad nacional.
3.
Luego entonces, las fallas afectaron en diversos tiempos y formas las
relaciones entre:
a)
el Ejecutivo Federal y los otros dos poderes de la Unión;
b)
el Gobierno de la Federación y las entidades federativas;
c)
el Ejecutivo Federal y los partidos políticos nacionales;
d)
El Gobierno de la República y la población en general, y
e)
el Gobierno Federal y grupos armados, unos, tolerados por leyes
especiales (EZLN) y otros no (ERP y demás).
4.
Contra lo que pudiera suponerse, estas crisis no se debieron a una
política incorrecta de la Presidencia de la República, ni a una atención inadecuada
de los asuntos de la Secretaría de Gobernación, ni a falta de sagacidad o
talento de los encargados del ramo, sino a causas más complejas y profundas
que no han sido debidamente revisadas, analizadas y sistematizadas.
5.
El pasado 2 de julio, el electorado del país, en su mayoría,
presintió que si se daba oportunidad a otro partido político para que su
candidato se hiciese cargo de la Presidencia de la República, éste daría
tratamiento distinto a los asuntos antes planteados, lo que traería como consecuencia
la atenuación o desaparición de las crisis.
6.
Es posible que así ocurra. Por lo pronto, el Presidente electo ha
propuesto que se inicien los trabajos para la reforma del Estado y, en su
oportunidad, designará sin duda a la persona más adecuada para encargarse de
los asuntos de la Secretaría de Gobernación y coordinar los del gabinete de
Seguridad Nacional.
7.
El equipo del Presidente electo ha anunciado, por su parte, que por
reforma del Estado debe entenderse una reorganización de la administración pública
federal o ciertos reajustes administrativos de los órganos del Estado y la
continuidad de los actuales legisladores. Se han anunciado las siguientes:
a)
reformas a corto plazo, administrativas más que políticas, como la
posibilidad de suprimir la Secretaría de la Reforma Agraria, o la de dividir
la Secretaría de Comercio en dos áreas (comercio interior y comercio
exterior) así como la del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, en
otras dos (ecología y pesca);
b)
reformas más profundas, a mediano plazo, pero al mismo tiempo más
controvertidas, como la posibilidad de sustituir la Procuraduría General de
Justicia por dos instituciones: una Fiscalía General y una Secretaría de
Seguridad y Justicia, así como la de transferir a ésta algunos órganos de la
Secretaría de Gobernación, entre otros, la Policía Federal Preventiva, el
Sistema Nacional de Seguridad Pública y el Centro de Investigación y
Seguridad Nacional;
c)
reformas igualmente controvertidas, menos profundas y más
complicadas, a mediano plazo, como la posibilidad de transferir los
tribunales fiscales, administrativos, agrarios y del trabajo del Poder
Ejecutivo al Poder Judicial de la Federación y, en sentido contrario,
transferir la Defensoría de Oficio de dicho Poder Judicial al Poder Ejecutivo
Federal (a la Secretaría de Seguridad y Justicia) y, finalmente, transferir
la Secretaría de la Contraloría al Poder Legislativo Federal:
d)
reformas no menos controvertidas y nada profundas, a mediano plazo,
como la posibilidad de reelección de diputados y senadores al Congreso de la
Unión.
8.
Aunque los propósitos de la reforma anterior son legítimos, entre
ellos, los de “reducir” (no eliminar) la corrupción, sus posibilidades de
prosperar no son muchas, salvo quizá las anotadas en los incisos a) y d) del
punto que antecede, y eso, con no pocas resistencias, porque lejos de
simplificar los asuntos, los complica.
9.
Pero aunque dicha reforma se llevara a cabo, los beneficios que le
reportaría a la Nación y a la sociedad no estarían a la altura de las
expectativas que ha despertado en ésta el cambio de gobierno.
10.
Nada garantiza, en efecto, que el Poder Ejecutivo funcionará mejor
sólo porque algunas de sus dependencias cambiarán de nombre, o de
adscripción, o porque se les dividirá en dos. O que el Poder Legislativo
funcionará mejor sólo porque se reeligirán sus integrantes. O que el Poder
Judicial funcionará mejor sólo porque ya no estarán a su cargo los defensores
de oficio o porque se le adscribirán los tribunales administrativos.
11.
Esto parece una historia de gatos: más de lo mismo, pero de otra
forma (la misma gata nada más que revolcada), o de hacer cambios para que
todo siga igual (gatopardismo). No se tocan los problemas de fondo.
12.
La reforma política que la sociedad espera es mucho más profunda que
la que se ha anunciado. En este sentido, Porfirio Muñoz Ledo tiene razón. No
hasta el extremo de que se modifique la forma de gobierno y se reemplace el
sistema presidencial por el sistema parlamentario, como éste lo ha propuesto;
pero sí yendo más allá de lo que proyectan los amigos de Fox.
13.
La reforma política que desea la ciudadanía es diferente. Hay que recordar
que el aparato del Estado mexicano fue concebido y diseñado no sólo para
gobernar a la sociedad sino también para hacerla depender de él. La situación
ha cambiado. Ahora es el aparato del Estado el que debe depender de la
sociedad para gobernarla.
14.
Luego entonces, hay que rediseñar el aparato del Estado bajo este
enfoque. Rediseñar el aparato como lo requieren los intereses y necesidades
de la población y hacerlo depender de sus reclamos. Esta es, a grandes
rasgos, la reforma política que quiere la ciudadanía.
Sigue…
México, D.F. 30 julio 2000.
|