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Candidaturas independientes JOSÉ ALCARAZ GARCÍA La tesis que presentó el ponente se basó en tres premisas: que en México
hay un desgaste de los partidos políticos y del gobierno mismo; que no al no
reconocerse las candidaturas independientes, no se reconocen los
derechos políticos de los ciudadanos (el derecho a ser votado), y que la
sociedad ya no se identifica políticamente con los partidos sino sólo con
los candidatos independientes. Los partidos políticos, a la
hora actual, han perdido la confianza de los electores, porque sus intereses
están desvinculados de las bases de la sociedad. Son los únicos que detentan
el monopolio de la representación política. Y ni en México, ni en EE.UU. ni
en Rusia debe permitirse. En Rusia hoy se reconocen las candidaturas
independientes y los derechos políticos de los ciudadanos. El sistema político mexicano
basado en un partido de Estado llegó a su agotamiento. Permanece vivo por el
enorme vínculo que existe entre los diversos sectores de la sociedad y, sobre
todo, por los intereses creados; pero se encuentra en la fase terminal de su
existencia. Es responsable de las crisis recurrentes de los últimos
veinticinco años. Su descrédito es cada vez más grande. Prueba de ello son
los últimos resultados electorales. A pesar de que es el partido oficial y el
más fuerte, los ciudadanos lo han situado en segundo y tercer lugar de las
preferencias electorales. En las votaciones que se han celebrado recientemente
en las entidades federativas situadas alrededor del Distrito Federal, dicho
partido ha perdido las elecciones. Las principales reivindicaciones de las
organizaciones sociales ya no han sido incorporadas en los programas de
gobierno porque han dejado de ser planteadas en las plataformas políticas del
partido oficial. E incluso se ha acusado a este partido de estar vinculado a
crímenes políticos y a acciones ilegales, lo que ha generado una profunda
desconfianza entre los ciudadanos. Cierto que no siempre es adecuado decirlo
en un foro extranjero; pero por no hacerlo, los mexicanos nos hemos ganado un
estereotipo que no corresponde a la realidad. Los mexicanos somos más que
corrupción, más que narcotráfico, más que indocumentados. Estamos buscando
nuevos caminos para fortalecer la libertad, la democracia, la justicia, los
derechos humanos y el respeto de la ley. Por eso la candidatura
independiente. En 1917 se permitían los candidatos independientes.
Se respetaban los derechos políticos de los ciudadanos. Ochenta años después,
éstos han sido conculcados en aras de entregar el monopolio de la
representación política a los partidos. La población ya no cree en los
partidos. El abstencionismo ha vuelto por sus fueros. Ha habido procesos
electorales en Guerrero, en Morelos, en Hidalgo, en el Estado de México -en
la zona conurbada de la ciudad de México-, en donde la participación
ciudadana (en las elecciones) alcanza a lo sumo 38%. En Guerrero fue de 20%.
En simulacros de votaciones que se llevan a cabo en la ciudad de México, el
abstencionismo alcanza 70% y hasta 80%. Esto es un fiel reflejo de la situación
en que se encuentran los partidos políticos, y del desgaste que han sufrido
al estar inmersos en un sistema en decadencia. Los mexicanos luchan por
transformar este sistema. La candidatura independiente se ubica en el
contexto de un derecho del pueblo; un derecho de "nosotros, el
pueblo"; un derecho humano que, en tanto derecho político,
es violado. Hemos iniciado un procedimiento jurídico ante la Suprema Corte de
Justicia para hacer que se respeten nuestras garantías individuales.
Pero he allí la aberración: ¿por qué recurrir a una ley secundaria para
hacer respetar la Constitución Política del país? En estos términos, los candidatos
independientes no cuentan con recursos ni prerrogativas. No se nos
recibe en la Cámara de Diputados, ni en la Asamblea de Representantes del
Distrito Federal, ni en los recintos en que despachan las autoridades
administrativas de la ciudad de México, porque jurídicamente no existimos.
He allí la gran incongruencia política que existe en este momento. Por un
lado, los partidos invitan a los ciudadanos para que participen en los
procesos electorales, y por otro, rechazan que los actores principales de
dichos procesos -los ciudadanos- se motiven y participen a través de candidaturas
independientes surgidas de los propios ciudadanos. La sociedad mexicana está
desesperándose por no encontrar la reconciliación entre los gobernantes y la
propia sociedad para elevar el nivel de vida. Tal es la razón por la que han
surgido movimientos armados. Cada vez es más fuerte la percepción de que un
cambio en el proyecto político y económico del país será posible únicamente
si se toma un arma. Nosotros rechazamos categóricamente tal afirmación.
Rechazamos de manera rotunda la violencia como método para resolver los
problemas de los mexicanos. Sentimos que estamos a tiempo de promover e
impulsar una salida pacífica a través de los procesos electorales. En este
momento coyuntural -en que por primera vez en setenta años se elige al jefe
de gobierno del Distrito Federal- los ciudadanos necesitamos ser los actores
principales... reconocidos legalmente. La disyuntiva es clara. O
participamos los ciudadanos buscando abrir el espacio, porque hay una
coyuntura política, una necesidad y un anhelo de cambio, y hasta un cansancio
en la aplicación de políticas económicas y sociales que contradicen los
reclamos básicos de la sociedad. O nos endurecemos en lo interno y en lo
externo para enfrentar conflictos o estallidos que nos hagan pensar que únicamente
nos queda lo que no queremos. En el país, un importante número de militares
han dejado los cuarteles. Esto es preocupante para México y para Estados
Unidos. También lo es la situación que hoy se da en relación con el
problema económico-social que representan los inmigrantes y con el problema
político y de salud pública que representa el narcotráfico. Por esa razón,
fortalecer la convicción de la transición pacífica -de la que hemos hablado
en los últimos 25 años-, es fundamental. Si ésta no ha sido posible es
porque han sido excluidos los actores principales, es decir, los ciudadanos.
La candidatura independiente estima que tiene poder de convocatoria
para reconciliar los intereses diversos y hasta disímbolos de los mexicanos,
sin importar militancia partidista, a fin de elevar el nivel de vida a través
de la participación ciudadana y siempre en forma pacífica. No creemos que, en la actualidad,
los partidos políticos por sí solos, ninguno de ellos, sean garantía de
transición democrática, de estabilidad política y de gobernabilidad. La
sociedad los ha rebasado a todos. Nuestra propuesta es que todos ellos formen
parte de un consejo de gobierno en el Distrito Federal, en una fórmula plural
e incluyente, que coadyuve a la estabilidad y a la gobernabilidad. Ya hay alternancia en México,
pero no hay democracia. Ya hay partidos políticos que gobiernan a nivel de
alcaldías y gubernaturas. Pero los ciudadanos no hemos participado de manera
libre e independiente. Y no habrá democracia en México mientras no se
respete la libertad y el derecho de los ciudadanos de decidir su participación
política. No habrá democracia en México mientras los partidos políticos
-hoy desgastados y rebasados- mantengan el monopolio de la representación política.
En estos términos estamos participando 30 candidatos independientes al
Congreso de la Unión y 40 candidatos independientes a la Asamblea
Legislativas del Distrito Federal. En México, como aquí, los
derechos y las libertades se conquistan. En esa conquista estamos. No hemos
venido a recriminar a nadie ni a despertar viejos rencores históricos. Al
contrario. Hemos venido a decirles que necesitamos trabajar juntos. A EE.UU.
le conviene un vecino en paz, con democracia, con libertad, con justicia, con
respeto de los derechos humanos. Tales son los valores que han hecho fuerte a
este país, que lo han hecho poderoso y que lo han convertido en baluarte de
estos principios universales en el mundo. La riqueza más grande de México
es su pueblo, que hoy se debate en la desesperanza y en la miseria, y que acá
contribuye a la construcción de una de las economías más grandes del
planeta, que es la de California. Su pueblo, que se niega a caer en el desánimo.
México ha avanzado. Estamos avanzando día a día. La lucha por las candidaturas
independientes es para fortalecer las instituciones, no para aniquilarlas.
Hemos afirmado -y lo reiteramos aquí- que sólo la participación ciudadana,
es decir, la participación del pueblo, producirá mejores dirigentes, mejores
gobernantes y un mejor país.
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