Historia y política

José Herrera Peña

Quien es el editor

 

 




México 2003


Portada

Sección Política

Enlaces

Ilustraciones

Temario


Información sobre MEXICO
   

 

 

 

 

Temas

I

1. Introducción

2. Etapas

3. Bibliografía

II

4. Vida

III

5. Hombres de su tiempo

6. Francisco de Vitoria

7. Información en Derecho

IV

8. El erasmismo

9. La Utopía

10. La realidad

11. Dos grandes influencias

12. Influencia renacentista

V

13. El cristianismo primitivo

14. El hospital

15. San Nicolás

16. Conclusión

   

El nicolaicismo frente a los retos del mundo actual

José Herrera Peña

IV

8. EL ERASMISMO. Por otra parte, todos los hombres cultos de la época son erasmistas. Vasco de Quiroga no es la excepción. Con Erasmo también hay coincidencia de ideas en lo que se refiere a la crítica de las instituciones eclesiásticas y de los hombres que están al frente de ellas así como a la necesidad de su reforma conforme a las fuentes cristianas que les dieron origen y, en todo caso, en su lealtad a ellas, a pesar de sus imperfecciones; pero hay asimismo grandes diferencias.

8.1. De este modo, Quiroga critica a los españoles, por hablar de un modo y actuar de otro, y por ampararse en mentiras disfrazadas de supuestas verdades para justificar actos censurables y abominables.

8.2. Pero, a diferencia de Erasmo, no pone el énfasis en la crítica a la iglesia, por una sola razón: porque en América la iglesia parece no haber traído con ella todos los vicios de la iglesia europea, y porque la naturaleza de sus habitantes, más propia de la edad de oro que de la edad de hierro, apunta hacia una iglesia distinta y renovada: la iglesia indiana. La reforma de la iglesia aplicada al nuevo mundo, según él, está profetizada. "Ya se envía desde lo alto del cielo un nuevo linaje".

9. UTOPÍA. Y con Tomás Moro, además de coincidencias, hay franca admiración; aunque no menores reticencias. El canciller británico escribe para criticar los vicios de su tiempo; pero sin tomar muy en serio su propia obra. La primera edición de la Nueva Ínsula de Utopía aparece en 1516, la segunda en 1517 y la tercera en 1518, las dos últimas, al cuidado de Erasmo.

9.1. Se trata de un viaje imaginario del portugués Rafael Hitlodeo, supuesto acompañante de Américo Vespucio en los tres últimos de sus cuatro viajes, que no regresa con él en el postrero. Solicita y obtiene ser uno de los veinticuatro que se quedan en una ciudadela situada en los confines del mundo. De allí parte a tierras desconocidas, tanto, que no existen. Porque así como Anydros es "río sin agua", Utopos es "lugar situado en ninguna parte". En este espacio que no ocupa espacio permanece cinco años y describe las costumbres y la organización de sus habitantes.

9.2. El relato es extravagante; pero, como dice Tena Ramírez, está pero dotado de un trasfondo intencionado que despierta en los lectores contemporáneos de Moro una viva atracción. Es un viaje idealizado a una edad de oro situada en el paraíso perdido de la Biblia. En esa edad no existe la propiedad privada, ni la desigualdad de clases, ni la sujeción del débil por el poderoso. El libro está poblado por las ideas de Platón y de Luciano, y con él ingresa al idioma universal el nuevo vocablo de “utopía”.

9.3. Sin embargo, hay nubes ominosas que ensombrecen esos resplandores. En la isla de Utopía el individuo vive bajo el despotismo del Estado. Y a pesar de que hay tolerancia de cultos, hay intolerancia política. "A los que se niegan a vivir con arreglo a las leyes utópicas, los expulsan de sus territorios y se los apropian. Si se resisten, les declaran la guerra". Como se ve, el imperialismo de todos los tiempos retoña hasta en los mejores sueños. Y eso no es todo. "Considérase delito capital hablar fuera del senado o de los comicios públicos sobre asuntos de interés común". En este precepto asoma su rostro el monstruo del totalitarismo, que no por ser de raíz democrática es menos despótico y tiránico que el personal. Y los delitos graves no se penan con la muerte sino con algo peor, la esclavitud, salvo los condenados reacios, que son matados como bestias salvajes.

10. LA REALIDAD. En Quiroga, en cambio, la Utopía puede ser realizada en la parte que no es utópica. Por eso Tena Ramírez sostiene que la obra de Moro es de fecundación, más que de imitación; de inspiración, más que de copia. Si el fundador de pueblos-hospitales hubiera aceptado como cierta la Utopía en todas sus partes, habría terminado como Don Quijote –que aparecerá medio siglo después de su muerte-, evadiéndose de la realidad entre los establos y los cabreros, y arrojándose lanza en ristre contra supuestos gigantes que no eran más que molinos de viento.


Don Q (Picasso)

Pero en suelo de América, renaciente símil del paraíso perdido, el obispo de Michoacán ensaya los ideales del renacimiento, liberados de irrealidad y enriquecidos con rectificaciones.

11. DOS GRANDES INFLUENCIAS. Luego entonces, es acertado señalar que Quiroga no es un perseguidor de quimeras sino un constructor de realidades. En su Información en Derecho cita a Moro, no a la Utopía. E incluso lo cita sólo dos veces, frente a Luciano, a quien le dedica largos párrafos. Quiroga trae consigo, no el humanismo de una influencia utópica concreta sino más bien el del espíritu general de la época. Por eso, en el ensayo social de Quiroga se entreveran y enlazan dos tendencias: la cristiana y la renacentista; la primera, inspirada en el cristianismo primitivo; la segunda, en la antigüedad clásica, especialmente en Platón –el modelo de Moro-, aunque también en Virgilio, Horacio y Luciano. Alfonso Reyes dirá que su figura está situada "en el punto de intersección de la tradición cristiana y la renovación renacentista".

12. INFLUENCIA RENACENTISTA. Veamos primero la renacentista, que es la influencia clásica resurrecta en las obras de Guillermo Vudeo y Tomás Moro.

12.1. No es extraño que se señale que Quiroga coincida con Moro y con Platón en distintos tópicos; lo extraño es que se haya puesto el acento en tales coincidencias, minimizando sus diferencias. En materia de propiedad, por ejemplo, Platón, Moro y Quiroga coinciden. La propiedad de tierras, bosques y aguas, como la del aire, debe ser común.

12.2. Unos deben dedicarse al cultivo de la tierra, otros a las artes y oficios y los últimos al intercambio de bienes, sin que ello quiera decir que no puedan cambiar de ocupación. En lo relativo a jornada de trabajo, según Moro, debe durar lo que sea necesario, pero según Quiroga, basta con seis horas diarias, tres antes y tres después del mediodía. El resto del tiempo se utilizará para el estudio, la reflexión, el arte y la creación. Esto será suficiente no sólo para satisfacer las necesidades de la comunidad, de las familias y de sus integrantes, sino también para acumular excedentes y reservas. Sin dejar de hacer hincapié en que los preceptos de aquél no son más que teoría, y los de éste, práctica.

12.3. Los excedentes -las reservas- constituyen la riqueza de las sociedades. Nuestro sistema de organización social está diseñado para que se apropien de él unos cuantos, mientras la mayoría vive en la penuria. Bajo el sistema de organización creado por Quiroga, las reservas se guardan bajo tres llaves y se utilizan para dos efectos: proveer en todo tiempo a los enfermos, viudas, huérfanos, ancianos, pobres y desvalidos, y proveer a todos en épocas de escasez.

12.4. Por lo que se refiere a la administración y rendición de cuentas, se prevé que se informe sobre ellas una vez al año y que en determinados casos haya revocación del mandato.

12.5. En cuanto a las mujeres, Platón y Moro proponen que se tengan en común. En cambio, Quiroga establece la monogamia y confiere al jefe de la familia monógama la autoridad decisiva en los asuntos públicos.

12.5.a. La familia, no el individuo, suministra el elemento primario de la autoridad, tanto del sistema patriarcal, en que el abuelo es el jefe, como del político-social, que concluye en el príncipe o principal, pues las familias votan a través de sus jefes. El principal ha de ser obedecido después del rector del hospital-pueblo y dura en el cargo tres o seis años.

12.5.b. En la misma asamblea son elegidos los regidores, con facultad para designar a los demás oficiales necesarios a la república. Durarán un año en el cargo, "de manera que ande la rueda –dice Quiroga- por todos los casados hábiles".

12.5.c. Principal y regidores deben juntarse cada tercer día para "que miren por todos los pobres del hospital".

12.6. En lo relativo a esclavitud, Platón considera que es lícito tener esclavos; Moro los limita a los delincuentes condenados a trabajos forzados, y Quiroga rechaza cualquier forma de esclavitud. Para él, todos los hombres nacen libres e iguales en derechos. Podrá perderse la libertad, no la dignidad.

12.7. Y en materia de gobierno, Moro y Quiroga hacen referencia a dos clases de autoridad: la familiar y la popular. Aquélla se deposita en los más ancianos, y ésta, en la elección por grupos de treinta familias y por voto secreto.

12.7.a. En Moro, los magistrados son nombrados ad vitam; en cambio, en las Ordenanzas de Quiroga, duran de tres a seis años.

12.7.b. En lo relativo al ejercicio de la autoridad, Maquiavelo recomienda inspirar temor, aunque el pueblo no ame al gobernante. Quiroga, por el contrario, recomienda que se inspire amor, más que temor, y establece que se destituya al gobernante en caso de despotismo.

12.7.c. Por lo que toca a los asuntos tratados en asamblea, Moro admite que se acuerden de inmediato, y Quiroga, que se acuerden tres días después de presentados.

12.8. Asunto fundamental es el de los castigos, la coacción y las penas. En la república de Quiroga no hay jueces de justicia, ni policía, ni cárceles. No hay castigos corporales, ni azotes, ni tortura, como lo acostumbran hasta los curas y los frailes de la época. No hay esclavitud, ni servidumbre, ni explotación. Los que no viven conforme a las leyes de la república que conforma el hospital-pueblo, se supone que no están de acuerdo con ellas. Luego entonces, procede la expulsión del grupo, no como castigo sino más bien como solución provechosa para todas las partes. Las controversias son resueltas por ellos mismos con el rector y regidores, "llana y amigablemente", bajo el principio de que "todos digan la verdad y nadie la niegue... porque –según Quiroga- no hay necesidad de irse a quejar al juez de otra parte, donde paguéis derechos y después os echen a la cárcel".

 

III. Hombres de su tiempo

V. El cristianismo primitivo


jherrerapen@hotmail.com


Portada

Sección Política

Enlaces

Ilustraciones

Temario