Política e historia

José Herrera Peña

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México 2002


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¿Nuevo procónsul?

JOSÉ HERRERA PEÑA

23 abril 2002. El presidente George W. Bush (hijo) negó que su gobierno haya intervenido en el fallido golpe de Estado en Venezuela y criticó al presidente Hugo Chávez por “haber cerrado la prensa” al complicársele la situación. En cuanto a lo primero, aclaró que su administración “ha hablado con voz muy clara sobre nuestro fuerte apoyo a la democracia”, y a lo segundo, que él nunca atentaría contra los medios a pesar de que “le hacen preguntas muy duras”.

Ahora, el presidente Chávez, según él, “debería hacer lo que dijo que haría”, es decir, promover el diálogo y la reconciliación nacional, y además, respetar las instituciones democráticas; “asimilar la lección”, y “dar pasos correctivos” para resolver las causas del descontento popular. Pero también advirtió que hay un asunto preocupante. Ha sido informado que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tienen base en territorio venezolano no sólo para atacar Colombia sino también a algunos sectores de la propia Venezuela.

Así que, si el presidente Bush (hijo) no miente (y no hay razón para suponer que lo haga), los funcionarios de su administración tendrán qué responder ante él no sólo por haberle ocultado la verdad antes, durante y después del golpe de Estado, sino también por haberlo comprometido políticamente ante el mundo, y además, por haber dilapidado cuantiosos recursos para preparar y consumar dicho golpe, sin éxito.

Hace unos meses, Mr. Otto Reich fue nombrado subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos; cargo que, según dice irónicamente Ignacio Ramonet (director de “Le Monde Diplomatique”), equivale al de "procónsul de Estados Unidos en América Latina". El señor Reich, agrega Ramonet, tiene un currículo impresionante: “antiguo colaborador de Reagan, conspirador en el asunto Irán-Contra, experto en organización de sabotajes y atentados, especialista en las artes de la contrarrevolución y arquitecto oculto de la conjuración contra Chávez”.

Pues bien, todo indica que Ramonet tiene razón. Durante semanas, empresarios, propietarios de medios y militares implicados en el golpe, estuvieron reuniéndose en la embajada de EEUU en Venezuela. Algunos de ellos han declarado que participaron porque tenían apoyo de la embajada: de otra manera no lo hubieran hecho. A partir del 9 de los corrientes, se desató la campaña de prensa y televisión (sobre todo de esta última) en todos los países no sólo de América sino del mundo, a fin de “ablandar” a la opinión pública y “legitimar” el derrocamiento del “dictador” venezolano. Esto costó millones de dólares.

Al detenerse y deportarse al presidente Chávez, el subsecretario Reich debió haber propuesto que se condenara el golpe, como lo hicieron los presidentes de los países latinoamericanos. Lo que el pueblo elige en las urnas, sólo en las urnas el propio pueblo puede cambiarlo. Pero no lo hizo. Calló. Y el que calla, otorga. Luego entonces, al omitir cualquier recomendación al respecto, apoyó políticamente el golpe de Estado y comprometió al gobierno de Bush (hijo). Sin embargo, tuvo un momento de vacilación.

Y es que, así como al abrir ciertas muñecas se encuentran otras, iguales a ésta, pero más pequeñas, de la misma manera, al analizar el golpe de Estado contra el presidente Chávez, se descubren dentro de él otros golpes, iguales al primero, pero más pequeños.

El gran golpe fue dado la noche del 11 de abril por una amplia coalición de militares, empresarios y medios de información, apoyados todos ellos por la aristocracia obrera y parte de la clase media. Los generales depusieron a Chávez y pusieron a Carmona al frente del Estado. Sin embargo, al día siguiente, por la tarde, Carmona y los suyos dieron un minigolpe contra los golpistas (tal fue el segundo golpe), al decretar la suspensión del poder legislativo y autorizar la disolución de todos los órganos del Estado. Parece que esta decisión fue tomada por un pequeño grupo de "extremistas de derecha, dirigido por un poderoso hombre del negocios petrolero, Isaac Pérez Recao, del cual Carmona era empleado, bajo la conducción operacional del contralmirante Carlos Medina Tamayo", quien ya en febrero se había rebelado contra el gobierno.

Fue entonces cuando el subsecretario Reich, callado al darse el golpe contra el presidente Chávez, reaccionó e informó al golpista Carmona que la disolución del poder legislativo era inaceptable. Se requería que la renuncia del presidente Chávez se sometiera al órgano parlamentario, y para ello, era imprescindible que éste existiera. Sin embargo, al observar el desinterés de Carmona sobre el tema, preparó contra él el tercer minigolpe. Participaron en él algunos golpistas del primer golpe. La pesquisa inicial revela que “conscientes del extremismo de los sediciosos”, los nuevos golpistas presionaron al general Efraín Vásquez Velasco, comandante general del ejército en esa fecha, para que derrocara a Carmona y lo sustituyera por un elemento más moderado. Así que Carmona quedó entre dos fuegos: por una parte, el de los golpistas “democráticos”, apoyados por la embajada, que lo obligaron a restablecer el congreso, y por otra, el del pueblo en marcha, exigiendo la liberación del presidente Chávez y obligándolo a reponerlo. En estas condiciones, el tercer minigolpe contra Carmona ya no podía llevarse a cabo. Lo que se produciría sería el contragolpe popular que acabó con él.

El fracaso anterior lo único que revela es la completa ineptitud de los operadores del golpe de Estado contra el presidente Chávez. A pesar de los múltiples medios que tuvieron a su disposición, de los cuantiosos recursos que invirtieron, del notable apoyo social que obtuvieron y de la campaña informativa de alcance mundial que desplegaron, no supieron ni pudieron establecer metas políticas concretas, ni procedimientos precisos, ni tiempos necesarios para tener éxito. Y cuando quisieron rectificar su torpeza, ya era demasiado tarde. Les habían arrebatado el poder, que sólo lograron acariciar durante cuarenta y ocho horas.

Luego entonces, el subsecretario Reich nada tiene que hacer en el cargo. Ya hizo decir al presidente Bush (hijo) que su gobierno no participó en el golpe; es decir, ya lo hizo fallar. Del mismo modo, lo hará fallar después. ¿Qué hay después? El presidente Chávez lo dijo oportunamente al periodista Ramonet. “Lo de la huelga general del 9 de abril es sólo una etapa de la gran ofensiva norteamericana contra mí y contra la revolución bolivariana. Y seguirán inventando cualquier cantidad de cosas. No te extrañe que mañana inventen que yo tengo a Bin Laden en Venezuela. No te extrañe que hasta saquen algún documento demostrando con datos y pruebas que Bin Laden y un grupo de terroristas de Al-Qaeda están en las montañas de Venezuela. Preparan un golpe. Y si fracasan, prepararán un atentado”.

Pues bien, en lugar de inventar lo de Bin Laden en Venezuela, ya lo están acusando de apoyar a la guerrilla colombiana. Parece que por ahí irán las cosas. Y el golpe fracasó. Pero queda el atentado. Eso está claro. Lo que no está nada claro es que Mr. Otto Reich, el "procónsul" norteamericano en América Latina, según Ramonet, sea capaz de manejar el “paquete” venezolano. De ahí la pregunta: ¿permanecerá en el cargo o será sustituido por un nuevo "procónsul", menos inepto?

jherrerapen@hotmail.com


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