Política e historia

José Herrera Peña

Quien es el editor

 




México 2001


Portada

Sección Política

Enlaces

Ilustraciones

Temario


Información sobre MEXICO
  

 

 

 

 

Temas generales

Socialismos añejos

Carácter

Anarquista perseguido

Mal día

Sólo deseos

El video

Seguridad y libertad

Verdad prohibida

¿Desbandada o retirada?

¿Demasiado tarde?

¿Quién fue?

No hay dudas

Olor a petróleo

La tomenta no cesará

Condolencias

La guerra y la paz

Oleajes históricos

Lista roja

Rescate de la historia

Desarrollo político

Mi cena con Trudeau

El mensaje de las urnas

¿Y después de la democracia?

Globalidad en español

Falta congruencia

El rey ha muerto

A 190 años...

Política interior

Quién lo dijera: el PRI

¿Dictadura?

Transición permanente

Carrera política en juego

Transición democrática

Propaganda y realidad

El necesario equilibrio

El combate a la corrupción

¿Qué nos dice el censo poblacional 2000?

Chiapas, mitos...

Reforma del Estado

Política exterior

México contra el terrorismo

Terrorismos

Injustificable

¿Ataque armado?

Inteligente cesión de soberanía

Cambio de política exterior

Partidos políticos

El dinero de los partidos

Nuevos partidos políticos

Fuerzas armadas

El caso del general Gallardo

Gallardo sigue siendo general

Se exige liberación de Gallardo

Gallardo protesta

¿Ignorancia o mala fe?

Caso Gallardo

La reforma de las Fuerzas Armadas

El ejército y Vicente Fox

Guerrillas

El EPR dijo no al IFE

El ERPI también se niega

Guerillas en México

Justicia electoral

Michoacán

Candidaturas independientes

Otros

Falta congruencia
Catón

Llamada de atención
Catón

Un buen principio
Catón

Un Programa

JOSÉ HERRERA PEÑA

29 enero 2002. "Faltaba una bandera y esa bandera ya la tenemos: es el Programa del Partido Liberal", escribió Ricardo Flores Magón en 1906. A pesar de sus limitaciones en diversas materias, el Programa de referencia ejerció una influencia decisiva en la futura conformación del país, porque sus principios fundamentales, enriquecidos durante los debates del Congreso Constituyente de Querétaro de 1917, se incorporaron a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Cierto que la bandera del Partido Liberal triunfó sólo después de que la sociedad mexicana se convulsionó dramáticamente durante diez años. "Para que esa bandera triunfara por los medios pacíficos como el club, el periódico, la tribuna, el voto popular -advirtió Flores Magón- se necesitaría que el pueblo sea libre... Nada de eso hay: el pueblo es esclavo... Si quiere congregarse en clubs, no se le permite; si quiere emitir libremente sus ideas, se le encarcela, se le asesina y se le ultraja de mil maneras... El gobierno, pues, cierra al pueblo todos los caminos pacíficos que necesita recorrer para conseguir el bienestar económico y la libertad. Al pueblo no le queda más que un recurso supremo y terrible: ¡la rebelión!".

Así que la organización floresmagonista, que había tenido que exiliarse en EEUU desde 1904, perseguida no sólo por el gobierno mexicano sino también por el norteamericano, y desgarrada por la división interna, aprovechó su estructura, experiencia y voluntad de lucha para organizar las rebeliones de 1906, 1908 y 1910.

Si en 1906 el gobierno porfirista fue sacudido por las huelgas de Cananea y Río Blanco, en 1908 "el terror fue llevado al más cruel extremo", según lo escribiría años más tarde Librado Rivera. El gobierno mexicano persiguió en México y en Estados Unidos "a todos los compatriotas y a los simples suscriptores de Regeneración... Esta vez los grupos revolucionarios eran algo más de cuarenta en toda la República, aunque los bien armados no llegaban a treinta... Pero la revolución se llevó a cabo".

Mientras tanto, presionado por los acontecimientos, el presidente Porfirio Díaz sería obligado en marzo de 1908 a declarar al periodista estadounidense James Creelman: "Si en la República llegase a surgir un partido de oposición, le miraría yo como una bendición y no como un mal, y si ese partido desarrollara poder..., yo le acogería, le apoyaría y le aconsejaría". Pero ese partido no podía ser el Partido Liberal sino otro, y no de un círculo ajeno al poder -como el que se apresuró a formar Francisco I. Madero- sino derivado del poder y dirigido por los "científicos", representados entonces por Ramón Corral.

Al ser encarcelados en EEUU los dirigentes del Partido Liberal, los porfiristas y los maderistas llenaron los espacios en los que éste había ejercido su influencia y los revolucionarios empezaron a perder fuerza. "Desde que me hice cargo de este trabajo -decía un policía norteamericano- hemos capturado a 180 revolucionarios, que han sido puestos en las cárceles de México. Ahora que ya tenemos a los jefes ha desaparecido el peligro de una nueva revolución". Pero el policía estaba equivocado. Ricardo Flores Magón prosiguió la lucha desde la cárcel. Las experiencias acumuladas de 1906 y 1908 le sirvieron de base para organizar y promover la revolución de 1910.

Ahora bien, el proscrito se percató que varios de sus más notables militantes engrosaban las filas del antirreeleccionismo; que Madero, siempre renuente a respaldar la violencia revolucionaria, había cambiado de opinión, y que hizo aparecer su nombre como presidente provisional y el de Flores Magón como vicepresidente en los volantes que distribuyó en el país. Así que éste envió una circular a sus partidarios en la que establece las diferencias entre unos y otros: "El Partido Liberal quiere libertad política, libertad económica por medio de la entrega al pueblo de las tierras que detentan los grandes terratenientes, el alza de los salarios y la disminución de las horas de trabajo; obstrucción a la influencia del clero en el gobierno y en el hogar. El Partido Antirreeleccionista sólo quiere libertad política, dejando que los acaparadores de tierras conserven sus vastas propiedades, que los trabajadores sigan siendo las mismas bestias de carga y que los frailes continúen embruteciendo a las masas... El Partido Antirreeleccionista, que es el de Madero, es el partido conservador... Muchos liberales, engañados por los maderistas, han engrosado las filas de Madero, de quien se asegura que está de acuerdo con nosotros. Nada hay más inexacto que eso. Por cuestión de principios, el Partido Liberal no puede estar de acuerdo con el maderismo. La Junta recomienda a usted que, al levantarse en armas aprovechando el movimiento de Madero, no haga causa común con el maderismo... El Programa del Partido Liberal es el promulgado el 1º de julio de 1906 en St. Louis, Missouri".

José Ma. Maytorena, gobernador de Sonora, advirtiendo que Madero carecía de bases ideológicas para fortalecer su movimiento, intentó que hiciera suyo el programa del Partido Liberal. Además, promovió un acercamiento entre el propio Madero y Ricardo Flores Magón; pero no tuvo éxito. Flores Magón exigía que Madero aceptara el programa, que lo tomara como punto de partida, no como final, y que siguiera avanzando en la dirección social. Madero, por su parte, objetaba que el programa era para socialistas, no para demócratas, y que si lo aceptaba se retirarían de su lado elementos valiosos para su causa. Así que no hubo tal acercamiento, a pesar de lo cual Madero sedujo a varios cuadros de la Junta Organizadora de St. Louis Missouri, entre ellos, Antonio Villarreal, Juan Sarabia y Jesús Flores Magón, hermano de Ricardo, que terminaron sumándose al maderismo.

Las autoridades norteamericanas multiplicaron la represión contra los floresmagonistas. En cambio, facilitaron el contrabando de armas de los maderistas. Sin embargo, las primeras victorias revolucionarias, como la de Guadalupe, Chihuahua, fueron dirigidas por floresmagonistas, que al mando de Prisciliano G. Silva, hicieron ondear la bandera roja de "Tierra y Libertad". Al llegar Madero a Guadalupe exigió a Silva que lo reconociera como presidente provisional, pero éste se negó y fue arrestado. Flores Magón ironizaba: "Si el presidente provisional, como él mismo se llama, ha comenzado a dar golpes a la libertad, ¿qué sucederá cuando llegue a ser efectivo?".

Al llegar Madero a la Presidencia, los obreros y los campesinos no tardaron en ser reprimidos. Flores Magón lo criticó. Y continuó en esta línea durante varios años, criticando a todos los ocupantes de la Presidencia, desde Victoriano Huerta hasta Venustiano Carranza. Por otra parte, Francisco Villa no le caía bien por haber servido a Madero incondicionalmente, por haber detenido en 1914 a varios activistas del Partido Liberal Mexicano, principalmente a Basilisa Franco, al intentar distribuir propaganda en Chihuahua, y por no haber roto con los constitucionalistas sino hasta que éstos le regatearon sus méritos militares. En cambio, sentía simpatía hacia Emiliano Zapata, quien le había mandado decir que ya era tiempo de que publicara sus ideas en México.

En 1916, Enrique Flores Magón decidió abandonar el pequeño núcleo de exiliados. Sobre esa deserción, a la que pronto se sumaron varias más, Ricardo escribió escuetamente -sin ninguna amargura o resentimiento-: "José Flores, Trinidad Villarreal, Rafael V. García, mi hermano Enrique y Teresa con el hijo y los hijastros se han separado del grupo, quedando mi compañera María y su hija Lucía Norman Brousse, así como Librado Rivera". Poco tiempo después, Ricardo Flores Magón y Librado Rivera serían encarcelados por enésima vez en EEUU, a pesar de lo cual su bandera, esa bandera que era el programa social del Partido Liberal, volvería a ondear victoriosamente en el Congreso Constituyente de Querétaro y se convertiría en ley suprema de la nación.

jherrerapen@hotmail.com


Portada

Sección Política

Enlaces

Ilustraciones

Temario