Política
e historia |
|
|
Información sobre MEXICO
|
|
|||||||
¿Qué
nos dice el censo poblacional 2000?
Inteligente
cesión de soberanía
La reforma de las Fuerzas Armadas
|
Injustificable JOSÉ
HERRERA PEÑA
02
octubre 2001. La
señora Dulce María Sauri, presidenta del comité ejecutivo nacional
del PRI, confundida por la magnitud del problema, acaba de justificar
las comprometedoras declaraciones del canciller Castañeda. No se
confunda señora. Una cosa es condenar el terrorismo en todas sus
formas y manifestaciones, como lo señala la resolución de la
ONU de 30 de enero de este año (que México debe sostener) y otra
muy distinta, como dice el canciller Castañeda, que hagamos
"nuestro" un conflicto que no es "nuestro". Una
cosa es condenar enérgicamente los actos de terrorismo que causaron
inmensas pérdidas de vidas humanas, destrucción y daños en las
ciudades de Nueva York y Washington, como lo señala la reciente
resolución de la Asamblea General de la ONU de 12 de septiembre del año
en curso, y expresar condolencias y solidaridad al pueblo y gobierno
de EU, y otra muy distinta que, como lo ha reiterado Castañeda, se
considere el ataque a EU como un ataque a México. En
la ONU se aprobó que los gobiernos de todas las naciones cooperen para
llevar a la justicia a los autores, organizadores y patrocinadores de
esas atrocidades. Se aprobó igualmente que todas las naciones sumen sus
esfuerzos para prevenir y erradicar los actos de terrorismo. Y se aprobó,
por último, hacer un esfuerzo internacional para que los cómplices de
los autores, organizadores y patrocinadores de estos actos así como los
responsables de darles apoyo o asilo, rindan cuentas ante la justicia.
No se aprobó una declaración de guerra. Ya
Afganistán está rodeada por ejércitos de tierra, mar y aire,
pertrechados de armas convencionales, nucleares, químicas y bacteriológicas,
para reclamar al gobierno de ese país la entrega de un individuo
sospechoso: Osama Bin Laden. El espectáculo no deja de ser grotesco,
desmedido y desproporcionado. Pero las baterías de estos ejércitos
no van dirigidas contra tal individuo, porque nadie sabe dónde está,
sino contra la nación que le ha dado asilo y protección. Ahora
bien, no está en nuestras manos detener la acción punitiva y evitar
que la nación afgana sea martirizada. No lo hicimos ni siquiera en
1914, al entrar las tropas norteamericanas en nuestro país a buscar
vivo o muerto a Francisco Villa. Pero sí podemos y debemos deslindarnos
de las acciones que tales fuerzas van a emprender. Ese conflicto no es
"nuestro", como dice Castañeda. Tampoco hay una sola razón válida
para hacerlo "nuestro". La
ONU no plantea que las acciones terroristas del pasado 11 de septiembre
se combatan con acciones terroristas de Estado o con acciones
terroristas de carácter internacional. La ONU señala la necesidad de
que cooperen todas las naciones para hacer comparecer ante la justicia a
los "cómplices de los autores, organizadores y patrocinadores de
estos actos, así como a los responsables de darles apoyo o asilo".
Luego entonces, el asunto no es político, ni ideológico, ni religioso,
ni militar, sino estrictamente policíaco. En estas condiciones, lo
primero que se requiere es identificar plenamente a los
"autores, organizadores y patrocinadores de estos actos", y
después, proceder contra ellos donde se encuentren. No al contrario. Ahora
bien, ¿quiénes son los "autores, organizadores y patrocinadores
de estos actos"? ¿Acaso ya está demostrado que lo son las
huestes de Osama Bin Laden? ¿Y si los implicados no son árabes sino
israelíes? El jueves 27 de septiembre, según lo reporta la agencia
EFE, el mufti de Damasco Ahmad Kataro, principal autoridad islámica
de Siria, planteó tal posibilidad. Dijo que los servicios secretos de
Israel (MOSAD) podrían estar implicados. ¿Por qué el primer
ministro israelí canceló su visita a Washington dos días antes de los
sucesos? ¿No "es un indicio, dice Kataro, de que el MOSAD lo sabía"?
El propio periódico israelí Yadiot Ahranot confirma que «se impidió
al primer ministro israelí Ariel Sharon tomar parte en un festival
organizado en Nueva York por medios sionistas para el apoyo de Israel».
Además, ¿por qué no fueron a sus oficinas en las torres gemelas
400 empleados judíos el día de la tragedia, como lo publica un diario
omani? ¿No es sorprendente esta extraña coincidencia? Por
otra parte, el general egipcio Kadri Saïd, investigador del centro
de estudios estratégicos del grupo de prensa Al-Ahram, considera que el
atentado corresponde perfectamente al escenario de una obra escrita por
un exagente de los servicios secretos israelíes titulado: «Operación
Hebron». Según dicha obra, sólo así podría lograrse que EU
descargara su ira no sólo contra los terroristas sino también contra
varios países islámicos. Por eso, el ministro sirio de información
tampoco descarta la eventual implicación de Israel en los atentados. En
este contexto, EU no sería más que un instrumento de la política
israelí. Por
descabelladas que sean las hipótesis anteriores y dada la magnitud de
la hecatombe, ¿no vale la pena investigar antes de proceder? ¿No todo
acusado es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad? ¿Por qué
nadie ha reivindicado el golpe? ¿Por qué se procede contra
Afganistán antes de investigar? ¿Por qué esta investigación “no es
negociable”? Como
se ve, la cuestión no se reduce a alinearse, no alinearse o ser neutral
en este conflicto. La cuestión consiste en hacer valer o no hacer valer
la resolución de la ONU. Aún en el supuesto caso de que Osama Bin
Laden sea responsable de los cargos que se le atribuyen, esto no
implica, insisto, esto no implica que nos solidaricemos con la guerra, y
menos con una guerra tan rara, tan inverosímil, tan peculiar. La
señora Dulce María Sauri Riancho está completamente confundida al
asegurar que lo dicho por el canciller Castañeda "está apegado a
los principios constitucionales en materia de política exterior".
Dichos principios establecen la autodeterminación de los pueblos y la
no intervención. Lo que el canciller sostiene es la intervención de
EU en cualquier país islámico para buscar a los supuestos terroristas
que hicieron bajar a la sagrada Bolsa de Valores. Además, nuestros
principios establecen la solución pacífica de las controversias. Lo
que el canciller plantea es el apoyo “incondicional” a ataques
armados contra países islámicos. Nuestros principios establecen la
proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones
internacionales. Lo que Castañeda sostiene es la amenaza y el uso de la
fuerza contra Afganistán, porque “nadie puede garantizar que lo que
le ocurrió a EU no le ocurra a México”. Nuestros principios
establecen la cooperación internacional para el desarrollo. Lo que
Castañeda postula es la cooperación internacional para la “justicia
infinita”, es decir, para la venganza, ahora escondida bajo el lema de
“libertad duradera”. Y nuestros principios establecen la lucha por
la paz y la seguridad internacionales. Lo que Castañeda plantea es la
alineación de México con EU en una guerra extraña e incierta para
aumentar la inseguridad internacional. Luego
entonces, lo que procede no es exonerar a Castañeda por las agresivas
declaraciones que ha sostenido, señora Sauri, sino exhortarlo a que
fortalezca la presencia de México en el escenario internacional,
conforme a nuestros principios constitucionales. Exhortarlo a que gire
instrucciones al representante de México ante la ONU, para una triple
finalidad: que este
organismo identifique y defina el "terrorismo internacional"
(porque ni siquiera este concepto ha sido identificado y definido); que declare que cualquiera que sea su forma o su fuente, esta
clase de “terrorismo” viola la legitimidad internacional y plantea
una amenaza para la humanidad, para todos los pueblos del mundo, y que se busquen procedimientos para erradicar no sólo sus efectos
sino también las causas que lo producen. De lo que
se trata, en conclusión, es hacer que prevalezca en el mundo la fuerza del
Derecho, no el derecho de la fuerza. Esto, señora Sauri, sería actuar
conforme a los principios constitucionales, no como lo venido haciendo
el señor Castañeda. |