Política e historia

José Herrera Peña

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México 2001


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JOSÉ HERRERA PEÑA

13 septiembre 2001. ¿Quiénes fueron los autores del espantoso atentado? Nosotros podemos darnos el lujo de especular. Los investigadores norteamericanos, no. Ellos tendrán que seguir toda clase de pistas. Lo más probable es que tengan no cientos sino miles de ellas. Tendrán que investigarlas todas y luego pasarlas a cedazo. EEUU tiene amigos, pero demasiados enemigos. Y no sólo en el mundo sino también en su propio país.

En el mundo, son muchos los odios que a lo largo de su historia han cultivado como potencia. Son incontables los crímenes que con la bandera de la democracia, la libertad y la paz (bandera que no es otra que la del interés económico de las grandes empresas transnacionales) han cometido sus gobiernos. Y no son menores los despojos de territorios, los saqueos de materias primas, los golpes de Estado, los asesinatos de líderes y opositores a los intereses de sus empresas.

Consecuentemente, el origen de los atentados podría venir de cualquier región del planeta, de cualquier grupo radical o fanático o de cualquier gobierno resentido.

El presidente Bush ha responsabilizado al millonario Bin-Laden, líder del grupo Al-Qaidah, quien aparentemente ha perpetrado algunos actos terroristas en el pasado contra instalaciones norteamericanas: en 1993, contra el WTC de NY; en 1996, contra 19 soldados en Arabia Saudita, y en 1998, contra sus representaciones diplomáticas en Kenia y Tanzania.

Quizá tiene razón. El multimillonario dijo en una entrevista, en marzo de 1997, que el gobierno de Washington es "injusto, criminal y tiránico" por el apoyo que ha dado a Israel para ocupar territorios palestinos. También lo culpó de la muerte de palestinos y libaneses en el conflicto de Medio Oriente; de los decesos iraquíes en la Guerra del Golfo, y de la muerte de unos 600 mil niños iraquíes debido al embargo impuesto a Irak tras la Guerra del Golfo. Y agregó que la responsabilidad no se limita al gobierno estadunidense sino se extiende también al pueblo de EEUU. "El pueblo americano -dijo- no está exonerado de responsabilidad, porque él escoge al gobierno y vota por él, a pesar de saber de sus crímenes en Palestina, Líbano, Irak y otros lugares".

Sin embargo, él rechaza categóricamente la "gloria" de haber sido el autor de los atentados de Manhattan y Washington. Si lo admitiera, quizá el mundo islámico lo convertiría en un héroe a la altura de Mahoma. Pero no. Al celebrar lo ocurrido y dar gracias a Alá, aclaró que él no tiene la capacidad para ejecutar una operación de esa naturaleza.

Por otra parte, no es posible dejar de pensar que en el mundo sólo hay un Estado, una potencia, una tecnología y una capacidad de adiestramiento y de organización destructiva capaz de cometer un acto de barbarie como el ocurrido el martes pasado. Esa estructura es la de los propios EEUU. Esta potencia ya ha cometido crímenes de Estado como el ocurrido en 1963 contra el presidente John F. Kennedy, asesinado en uno de los más escandalosos casos de encubrimiento de las agencias de inteligencia norteamericanas. Por lo tanto, no puedo dejar de pensar que el enemigo de EEUU pudiera estar en su propia casa. No creo que estén fuera de sospecha los KKK, los neonazis, los antisemitas, las sectas de diversos credos y los poderosos grupos paramilitares. ¿Los están investigando?

Además, aunque parezca descabellado, dada la despiadada naturaleza y la extrema barbarie de lo ocurrido, sigue molestándome la idea de que también podría estar implicado alguno de los poderosos grupos económicos y políticos de EEUU. Lo ocurrido el 11 de septiembre no es nuevo: ya ha ocurrido antes. La intervención de este país en varias guerras se ha apoyado en incidentes -con numerosas víctimas estadounidenses- provocados directamente por Estados Unidos o que tuvieron lugar con conocimiento previo de la inteligencia y el gobierno de ese país. Tal fue el caso de la voladura del buque "Maine" en el puerto de La Habana, en 1898, que dio comienzo a la guerra hispano-estadounidense; el del masivo ataque japonés a la base naval de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, que dio pie a que el Congreso autorizase la declaración de guerra a las potencias del Eje (que hizo participar a EEUU en la Segunda Guerra Mundial) y el de los incidentes del golfo de Tonkín, en agosto de 1964, que le suministraron la excusa para invadir Vietnam.

¿Es ilusorio suponer que alguna fuerza doméstica haya financiado, preparado y hasta abierto las puertas de la seguridad del país a algunos fanáticos musulmanes para crear el clima de terror que justifique el estado de guerra? ¿Es absurdo imaginar que esto significaría la reactivación del gran negocio de la guerra? ¿No acaso este negocio sacaría hoy a la economía de Estados Unidos del atolladero económico en que ha caído? ¿No ha ocurrido así otras veces? ¿En qué se ha convertido la forma de gobierno de EEUU? ¿No es actualmente, de facto, una dictadura militar?

Sí, es absurdo, temerario y descabellado  suponer lo anterior. Sin embargo, en sus Discursos sobre Tito Livio , Maquiavelo nos ofrece perturbadoras sugerencias. Dice que "para controlar al Estado" y  conservar el poder, es necesario de tanto en tanto, periódicamente, "provocar el terror y el miedo". El terror que se provocó en esta ocasión fue a escala universal. Y lo cierto, lo único cierto, es que ahora el presidente Bush, cuya legitimidad era cuestionada hasta hace diez días, tiene todo el poder en sus manos. ¿Están orientándose las investigaciones en esta dirección?

Es de dudarse.

Por otra parte, ¿para qué se ha concentrado el poder? ¿Para hacer frente a la guerra? ¿Contra quién? ¿Contra grupos terroristas? ¿No es una medida desproporcionada? ¿Por una parte, la poderosa dictadura militar de la superpotencia? ¿Y por la otra, grupos terroristas dispersos y vagamente identificados?

Más vale no hacer preguntas, ni discurrir en materia tan grave, ni permitir el asalto de ideas perturbadoras. Primero es el ser, luego la forma de ser. Primero es tener calidad humana, sentir conmiseración, piedad y compasión por los caídos y por sus seres cercanos, y luego, especular lo que sea.

Por eso, además de lamentar lo ocurrido, respetar el duelo de EEUU y transmitir mis sentidas y sinceras condolencias a su pueblo por sus víctimas, no puedo menos que solidarizarme con sus sentimientos.

Y por eso, hay que dejar bien claro que nunca habrá justificación para lo injustificable; que nunca, nunca se justificará el asesinato de tantas miles de personas inocentes (ni en EEUU ni en ninguna otra parte del mundo) y que siempre será condenable el monstruoso, cobarde y artero crimen, sea quien fuere el que lo haya cometido.


jherrerapen@hotmail.com


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