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¿Ataque
armado? JOSÉ HERRERA PEÑA27
septiembre 2001. El secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda
Gutman insiste en uncir a la nación mexicana a la maquinaria bélica de
EU (que aún no sabe a quién atacar) bajo el argumento de que México
está obligado a respetar los tratados internacionales que ha firmado,
entre ellos, el Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (también llamado TIAR o Tratado
de Río) El propio presidente Fox acaba de anunciar en la OEA que dicho Tratado es “anacrónico”, que ya no tiene razón de ser, y que nuestro país lo denunciará, es decir, que se retirará de él "en un plazo no mayor de 60 días”. Fue firmado por las naciones del continente americano durante la “guerra fría”. Si una potencia extracontinental atacaba a algún país del continente americano, se consideraría que el ataque sería contra todos los países. Dicho en otras palabras, si la URSS atacaba a EU, se consideraría que el ataque sería contra los países de América Latina. El ataque nunca se efectuó y la URSS se desmoronó. Luego entonces, el presidente Fox tiene razón: dicho Tratado ya no tiene razón de ser. El
único ataque de una potencia extracontinental contra un país americano
fue el de Gran Bretaña contra Argentina en la “guerra de las
Malvinas”. Sin embargo, a pesar de que Argentina invocó el TIAR, no
hubo una sola nación del continente que la respaldara. Al contrario.
Todas la abandonaron a su suerte e incluso EU apoyó a Gran Bretaña.
Dicho Tratado, pues, en la práctica, no funcionó, con lo que se
reafirma que ya no tiene razón de ser. El
secretario de Relaciones Exteriores debe iniciar los trámites para
denunciar el TIAR en el plazo que fijó el presidente de la República,
en lugar de apoyarse en dicho documento, a pesar de ser “anacrónico”,
para arriesgar la seguridad del país en una aventura incierta. Según
Castañeda, dicho Tratado señala “muy
claramente que un ataque
armado a un Estado es un ataque a todos ellos". Y tiene razón.
Eso es lo que señala el Tratado. Pero él no aplica adecuadamente los términos
a la realidad. El ataque contra Nueva York y Washington no provino de
ningún Estado sino de individuos todavía no completamente
identificados, cuya organización y fuentes de financiamiento aún no se
han corroborado plenamente, aunque se sospeche de Osama Bin Laden.
Tampoco fue un “ataque armado”. En este ataque no se utilizó ni
siquiera una sola arma de fuego. Luego entonces, no es aplicable al
caso. El Canciller asegura que el conflicto
entre EU y sus enemigos (internos y externos) es “nuestro”, porque
“cualquier uso indiscriminado de la violencia y del terrorismo...
puede afectar a cualquier país. No hay garantía alguna que eso no
suceda en México contra aviones, instalaciones o propiedades mexicanas
en el extranjero". El argumento anterior es inconsistente. La
violencia y el terrorismo no “pueden afectar a cualquier país” sino
sólo a los países que imponen sus políticas a otros, a como dé
lugar, aunque al hacerlo lesionen severamente los intereses de algunos
de sus grupos internos e incluso de sus propios pueblos. México no ha
impuesto su política –interior ni exterior- a nadie y tampoco ha
atentado contra intereses de nadie en otros países. Luego entonces, no
hay razón alguna para que sufra ataques terroristas dentro de su
territorio, ni tampoco contra sus propiedades e instalaciones en el
extranjero. Y en cuanto a la garantía de que dicho ataque no suceda,
tampoco Castañeda podría garantizar que sí sucederá (a menos que a
alguien se le ocurra un incidente como el del Potrero del Llano o que él
mismo aplique una política aventurera, de provocación, no apegada a
los principios constitucionales) El
Canciller también señala que "murieron muchos mexicanos en esos
atentados, no sabemos cuántos". Hace bien en hacer referencia a
este hecho. Como no sabemos cuántos murieron, calculemos un número. ¿Quince?
¿Quinientos? Supongamos que fueron quinientos. Pues bien, eso no es razón
para comprometer la seguridad nacional y la suerte de cien millones de
mexicanos. No lo sería ni en el caso de que los quinientos hubieren
muerto en defensa de la patria. Si el secretario se conduele por las víctimas,
hay que respetar sus sentimientos y proponerle que utilice recursos
presupuestales para aliviar la suerte de las familias de los caídos, es
decir, asignarles una pensión vitalicia. Estoy seguro de que se le
aplaudiría. Sería dar algo, muy poco, a cambio de lo mucho que el país
ha recibido de los emigrantes. Ayudar a los mexicanos es un asunto
“nuestro”. Pero hacer “nuestro” un conflicto ajeno es otra cosa. El
Canciller Castañeda dijo por último que el conflicto entre EU y los
terroristas "es un conflicto nuestro porque las perturbaciones económicas,
financieras, comerciales, turísticas, están generando este conflicto
en el mundo entero, nos están afectando a nosotros en los centros turísticos,
en los mercados de valores, en los mercados cambiarios, en las tasas de
interés, en los flujos de inversión, etcétera, etcétera, etcétera".
¡Qué bueno que el funcionario mencionó este punto! Si los problemas
norteamericanos afectan a México, lo que procede es seguir el ejemplo
de aquel gobierno. Y así como el Congreso de EU autorizó 40 mil
millones de dólares para reconstruir lo destruido, del mismo modo el
presidente Fox debe pedir al Congreso de la Unión que asigne altos
presupuestos extraordinarios, de emergencia, para ayuda de los intereses
afectados, es decir, dueños del capital (nacionales y extranjeros) que
han perdido dividendos en la bolsa, así como centros turísticos, líneas
aéreas, etcétera, etcétera, etcétera. Ya el noble pueblo mexicano ha
salvado varias veces a los épicos banqueros, a los valientes
empresarios y a los heroicos financieros. No hay razón para que no
vuelva a hacerlo en estos graves momentos. Castañeda
concluyó: "el gobierno de la República sí considera que es un
conflicto nuestro y que así debemos considerarlo; se puede discrepar de
esa posición, la del gobierno es ésta". Si el gobierno considera
que es un conflicto suyo, eso no significa que sea “nuestro”. Es del
gobierno. Punto. Pero es censurable que el gobierno comprometa a la nación
en una empresa contra un enemigo “sin rostro”, para lo cual carece
de atribuciones legales. En suma, el Canciller Castañeda tiene facultades para lamentar las graves pérdidas que sufrió el pueblo y el gobierno norteamericanos; para trasmitirle sinceras condolencias en nombre de nuestro pueblo y de nuestro gobierno, y para condenar cualquier forma de violencia, léase bien, cualquier forma de violencia, mas no para convertir a México -con su intemperancia- en blanco de probables ataques terroristas. Si esto ocurriera, el gobierno, en general, y él, en particular, serían los únicos responsables. |