Política e historia

José Herrera Peña

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México 2001


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 Carrera política en juego

José Herrera Peña

19 junio 2001. Reelección, legalización del secreto en actos de gobierno, autonomía de un órgano administrativo y transferencia de atribuciones a las entidades federativas: tal es la agenda que el pasado jueves 14 de los corrientes propuso el secretario de Gobernación Santiago Creel a los legisladores de la Comisión para la Reforma del Estado.

La reelección la limitó a los integrantes del Poder Legislativo; el secreto, a actos excepcionales del gobierno; la autonomía, al INEGI, y la federalización, a nada.

Moderada en apariencia, la propuesta anterior no deja de ser atrevida. A nadie escapa que la reelección de los legisladores deja la puerta abierta a la del presidente de la República. No importa que esta figura política haya sido causa de graves disturbios políticos, lo mismo con Porfirio Díaz bajo un sistema político, que con Álvaro Obregón bajo otro. O en tiempos distintos, con Miguel Alemán Valdés y con Carlos Salinas de Gortari. Lo que importa es restablecerla para asegurar al poder a los que lo detentan.

Por otra parte, nada se sabe sobre las sórdidas matanzas y misteriosos asesinatos ocurridos en los cinco pasados sexenios, ni sobre el monstruoso saqueo nacional llamado “fobaproa”, etcétera, salvo lo poco que el gobierno ha tenido a bien informar. Y si se sabe algo más, ha sido gracias a algunos investigadores, no a otra cosa. No importa. Lo que importa es que se siga conservando el secreto en actos excepcionales de gobierno, y además, que dicho secreto se legalice. “Por ello –dijo Creel- el gobierno desea poner a su consideración una propuesta de Ley de Acceso a la Información”.

El mismo funcionario propuso también dar autonomía al INEGI a fin de que “los datos nacionales sean los mismos para todos”. Esto es reconocer que la información del gobierno varía según la ocasión; pero en lugar de hacer el esfuerzo por ponerlo al servicio de la sociedad, se le deja como está y se pide que un órgano administrativo inferior haga lo que el superior es incapaz de hacer.

A propósito, ¡cómo han caído en picada -en escasos seis meses- los planes y proyectos del equipo gobernante! ¡Qué desproporción entre la propuesta actual y las ofertas de campaña! Durante la campaña, se habló de actos fundacionales, de transformaciones profundas, de hitos históricos. ¿Dónde quedaron esos ampulosos proyectos? ¿Qué pasó con el aliento que les dio vida?

En lugar de resonantes actos inaugurales, Creel habla ahora de “no partir de cero”, lo que no es de criticarse. Al contrario. ¡Qué bueno! En lugar de la magna obra de un congreso extraordinario constituyente, señala ahora las modestas tareas a las que debe enfrentarse la LVIII Legislatura, lo que tampoco es objetable. Al contrario. Es poner los pies sobre la tierra. En lugar de promulgar una nueva Constitución Política, intenta ahora la modificación de la actual, lo que no es impropio. Al contrario. Es lo adecuado

Pero, en lugar de acotar las atribuciones del Ejecutivo, Creel plantea ahora la reelección inmediata de los legisladores, cosa que no estaría mal en un sistema político distinto, pero que es sumamente controvertible en el actual. En lugar de transparentar los actos del Estado, proyecta ahora mantenerlos en secreto, como excepción, lo que no deja de causar justificados recelos. En lugar de reformar la administración pública federal, pide ahora que se dé autonomía a un solo órgano, lo que hace recordar el parto de los montes. En lugar de evocar el equilibrio de poderes, omite ahora toda referencia al respecto, lo que no deja de ser frustrante. Y en lugar de fortalecer a las entidades federativas, sugiere ahora “federalizar” ciertas actividades, sin señalar cuáles, lo que, además de incorrecto, es censurable.

A pesar de que las concepciones y proyectos del equipo foxista se han reducido -en un semestre- a su mínima expresión, es probable que ni así se realicen, lo que pondrá en riesgo la carrera política de Santiago Creel no sólo como secretario de Gobernación sino como aspirante a la Presidencia de la República. Sobre todo, porque el mensaje de sus interlocutores no fue nada alentador.

El PRI, a través de Beatriz Paredes, sin negarse a abordar el tema de la reelección inmediata, dijo: ¿cómo justificar ante la ciudadanía que ésta se autorice en el Poder Legislativo y se prohíba en el Ejecutivo? ¿Por qué no mejor regular las facultades metaconstitucionales del Presidente? ¿Por qué no revisar su facultad de veto? ¿Por qué no fijar términos para la promulgación por el Ejecutivo de las resoluciones y decretos del Congreso?

Y el PRD, a través de Martí Batres, agregó: ¿por qué no legislar para que el Ejecutivo no recaiga sobre una sola persona? ¿Por qué no autorizar al Congreso a que ratifique los miembros del gabinete y los sujete a censura? ¿Por qué no instituir el juicio político contra el Presidente? ¿Por qué no establecer el régimen parlamentario o semiparlamentario?

La vía política planteada por el secretario de Gobernación, como se ve, está sembrada de piedritas. Esto significa que si se llega a hacer la reforma del Estado durante la primera mitad del gobierno foxista, el proceso reformador tendrá que estar sujeto a intercambios y concesiones entre los partidos políticos.

En estas condiciones, es probable que el asunto crezca y, si hay acuerdos, se llegue a aceptar la reelección inmediata de los legisladores, a condición de que se reduzca el periodo presidencial de seis a cuatro años. O que se llegue a aceptar el secreto de los actos de gobierno, a condición de que los secretarios sean nombrados con aprobación del Congreso. O algo parecido.

Si se pactan las reformas, pues, el secretario de Gobernación alcanzará un indudable éxito político, garantizará la posible mayoría panista en el Congreso durante las próximas elecciones intermedias y fortalecerá su posición como aspirante a la presidencia de la República.

Pero si no se pactan, su cabeza podría rodar antes de tiempo. Felipe Calderón permanece al acecho…

jherrerapen@hotmail.com

 


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