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El Ejército y Vicente Fox (*)

Por GRAL. ALVARO VALLARTA CECEÑA

 

Cd de México.-Chiapas tiene una población de casi 4 millones de habitantes distribuidos en 75 mil 634.4 kilómetros cuadrados de superficie, en donde existían 111 municipios antes de la nueva municipalización. De la población, se estima que un poco más de un millón son indígenas; es decir, una cuarta parte del total de habitantes.

La longitud de la costa es de 260 kilómetros y la frontera con Guatemala es de 612 kilómetros. Tiene los ríos más caudalosos del país, como el Grijalva, en donde se han construido presas que generan hasta el 13 por ciento de toda la energía eléctrica nacional y aportan el 52 por ciento de la energía generada por este medio.

Su riqueza no sólo es hidráulica y eléctrica, también es un gran productor de petróleo, de madera, de ganadería y de café. El turismo es una de las fuentes de ingreso más importantes, debido a la belleza e historia de lugares como San Cristóbal de las Casas, Tuxtla Gutiérrez, Palenque, los lagos de Montebello y de Colón o las corrientes de Agua Azul. La selva de los Montes Azules es un patrimonio de la humanidad que debemos conservar, ya que de 25 mil hectáreas sólo quedan cerca de 4 mil 500.

En ese mundo de riqueza humana y material, en esas tierras de realismo y de esperanza, también existen grandes contradicciones de un universo primitivo e injusto lleno de pobreza y marginación para esa cuarta parte de la población, con aquellos que son nuestros orígenes, en donde el surgimiento de un movimiento armado el 1o. de enero de 1994, hizo conciencia en todos los mexicanos y el México que muchos pensaban que había quedado atrás se mostró ante nosotros con su rostro violento y cruel, el México Bárbaro que nunca se ha alejado de nosotros, que vive entre nosotros y cuya marginación no sólo se encuentra en Chiapas, está en las sierras de Oaxaca, de Puebla, de Hidalgo, del estado de México, de Chihuahua, de Nayarit y en los suburbios de nuestras grandes ciudades.

Si la violencia nos despertó la conciencia, la paz nos muestra el camino. Recuerdo aquella frase que mucho nos hizo reflexionar a la juventud de nuestra época, a la de los sesenta, a los que sufrimos las inclemencias de la llamada Guerra Fría: "Todo es posible en la paz"; a la que hoy se suma "Todo es posible en la democracia". Paz y democracia son el camino para la justicia social, para superar los problemas, para lograr el progreso.

La violencia en nada beneficia a los mexicanos; conduce a laberintos, nos lleva a caminos que es imposible desandar, a pasiones, odios y muertes que causan dolor en familias inocentes, cuyo único pecado es ser padre, madre, esposa o hijo de un policía, de un soldado, de un obrero, de un estudiante, de un campesino, de un idealista. Ya no más confrontaciones de mexicanos contra mexicanos, ya basta de ya basta.

Jamás, nadie, ha menospreciado el movimiento armado de Chiapas. Es un hito y un acontecimiento histórico que nos dio luz de lo que no debe hacerse por unos y por otros: ni por parte del gobierno, ni por parte de los zapatistas. No más abusos, no más malos gobernantes, no más impunidades, no más injusticias; pero tampoco más generaciones de odios, no más mentiras que separan a mexicanos de mexicanos, no más falsas esperanzas ni expectativas inalcanzables.

Diecisiete mil soldados están en Chiapas porque le declararon la guerra al Ejército y al gobierno mexicanos. No son 70 mil, ni la mitad del Ejército los que están en Chiapas. De ellos, la mayoría está dedicada a dar seguridad a las fronteras, a las instalaciones vitales de Pemex, de la Comisión Federal de Electricidad; también construyen caminos, combaten al narcotráfico local y al que procede de Sudamérica; reforestan nuestras selvas; hacen labor social entre la población indígena y en la mayoría de ella se han ganado la confianza y el afecto, llegando a ser factor de comunicación y unidad en muchas comunidades, al grado de que si se salieran de ellas, las confrontaciones sangrientas entre los habitantes podrían desatarse, porque algunos son partidarios del zapatismo y otros no; unos son católicos y otros evangelistas; las preferencias político-partidistas e inclinaciones ideológicas son otro factor de confrontación entre ellos. En todo campea la ignorancia, la pasión y el odio.

De los 111 municipios, en 13 de ellos, localizados en las zonas de las Cañadas, Norte, Fronteriza, Márquez de Comillas y la Reserva Integral de la biosfera de los Montes Azules (26 mil kilómetros cuadrados), hay simpatizantes que desean que continúen los soldados y otros que se retiren.

Se estima que existen 500 milicianos, 200 insurgentes y 8 mil habitantes que son base de apoyo. Entre estos últimos, las simpatías están divididas, unas a favor de los zapatistas y otras a favor de los soldados del Ejército mexicano.

En Chiapas no existe problema militar, una sola unidad blindada, reforzada con infantería y helicópteros sería más que suficiente para derrotar al levantamiento armado, lo cual, definitivamente no debe hacerse. Sería un error que separaría más a los mexicanos; son trampas a las que no debemos de caer.

Sin embargo, el problema, más que militar, político y económico, es de comunicación, de comprensión y de buena fe para resolver la situación social que ahí se vive, pero todos pensando en la unidad de los mexicanos y en la integridad territorial de México.

Frente a toda la riqueza, las necesidades y la problemática que existen en Chiapas, Vicente Fox, como futuro Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, tendrá la responsabilidad, ante los chiapanecos y ante los mexicanos, de decidir lo que más convenga al país.

 

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(*) Publicado por el diario Reforma, 31 julio 2000.

 

 

 

 

 

 


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