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SEMANA POLITICA

Fox y su equipo, de manera sorpresiva y desordenada, han comenzado a presentar su proyecto de trabajo para el gobierno. ¿Cuál es la prisa? Tienen estos cuatro meses para pensar, en lugar de enredarse con declaraciones que nadie les ha pedido todavía. Los planteamientos han sido tan débiles que dejan la impresión de que el nuevo gobierno no tiene claro lo que va a hacer.

¿Y ahora qué?


PABLO HIRIART

Por lo que ha hecho y dicho desde el 2 de julio a la fecha, se observa a un Vicente Fox decidido a buscar la conciliación y el consenso.

Puede ser que Fox, como otros anteriormente, también fracase en el acuerdo con las oposiciones, pero el ánimo social ha cambiado positivamente con sus expresiones y señales de buena voluntad.

El que se oponga de manera abierta a la construcción del nuevo clima de entendimiento, aunque sólo sea en el terreno formal, va a ser castigado por la opinión pública.

Así lo han leído, de manera correcta, el PRI y el PRD.

Siguen el juego a regañadientes, por supuesto. Se les nota que esperan los tropiezos de Fox para romper esta luna de miel que les incomoda.

Vicente Fox tuvo la amabilidad de ir hasta el domicilio particular de Cuauhtémoc Cárdenas, para saludarlo y disculparse por los exabruptos de la campaña.

¿Cómo contestó Cárdenas a ese gesto? Con una andanada de agresiones verbales lanzadas unas cuantas horas después de que Fox lo visitara.

“Será el tercer gobierno del salinato”, dijo Cuauthémoc luego de la reunión que Fox no necesitaba propiciar para tener más legitimidad o respaldo social: fue sólo cortesía.

Cárdenas lo interpretó como un “Cuauhtémoc, levántate y anda”, lo mismo que Labastida.

El ex candidato del PRI dispuso, al saber que sería visitado por Fox, que primero debía reunirse con Cuauhtémoc Cárdenas para marcar distancia política con el presidente electo.

No hizo pública alguna visita a una figura prominente del priismo, sino a Cárdenas, como un mensaje de que ahí estarían las coincidencias y no con Fox.

Lo que no apreciaron ni Cárdenas ni Labastida fue que la visita era un gesto de cortesía, de cordialidad personal, y la interpretaron como un reconocimiento a su fuerza política y por ello quisieron dejar en claro sus diferencias.

Absurdo, pues ninguno de los dos derrotados de julio, especialmente el priista, representan ya algo frente al electorado.

Sin embargo, aunque lo hubieran deseado con toda el alma, ninguno de los dos cometió el error de rechazar la visita.

Como no rechazaron a Creel y a Elizondo en la sede nacional del PRI ni en la del PRD.

Están a la espera, eso sí, del primer resbalón de Fox para romper el encanto y pintarse de guerra.

Fox y su equipo, por su parte, muestran una gran prisa por complacerlos y cometer errores.

De manera sorpresiva y desordenada han comenzado a presentar su proyecto de trabajo para el gobierno.

¿Cuál es la prisa?

Tienen estos cuatro meses para pensar, en lugar de enredarse con declaraciones que nadie les ha pedido todavía.

Los planteamientos han sido tan débiles que dejan la impresión de que el nuevo gobierno no tiene claro lo que va a hacer.

O que está “peloteando” ideas con la sociedad, en un ejercicio que sólo le va a generar anticuerpos a su programa.

Por no detenerse a pensar y a trazar una estrategia general para sacar adelante los proyectos esenciales de su gobierno, ya les reventaron la propuesta fiscal, que fue presentada de manera inaceptable para el sentido común.

¿Cómo es que de la noche a la mañana, el candidato que en campaña ofreció quitar impuestos a los coches nuevos, eliminar el impuesto del 2 por ciento a los activos de las empresas y bajar el Impuesto Sobre la Renta, ahora dice que quiere poner IVA a las medicinas y a los alimentos?

El mismo desorden se observa en su programa de justicia y seguridad pública.

A la PGR se le cambia el nombre y se le quitan o agregan funciones, y con eso piensan que habrá eficacia para combatir la delincuencia y el crimen organizado.

Como apuntó Jesús Blancornelas en estas páginas, si quieren a la PGR le pueden poner “Scotland Yard”, pero eso no va a cambiar las cosas si ahí dentro siguen los capos de las mafias con charola.

En el área de procuración de justicia tampoco se va a correr a nadie, dice el nuevo gobierno.

O sea, en lugar de limpiar la casa, van a rehacer los pactos con la nomenklatura del delito bajo nuevas siglas.

Eso parece, salvo que se hayan equivocado al presentar su programa.

Lo mismo ocurre con el anuncio de la desaparición de la secretaría de la Reforma Agraria.

Los empleos que ahí se van a ahorrar son muy pocos, no pintan. Son menos de 3 mil personas en todo el país, que por cierto serán reacomodadas en otras dependencias que asumirán las funciones (o sea que sí las tiene) de la SRA.

¿Esa es la reforma del gobierno? ¿Qué es lo que se busca con ello?

Igual pasa con la “Comisión de Transparencia”, que no se entiende qué se pretende con ella.

Por lo que se ha oído de parte del equipo de Fox, parece que va a ser un instrumento para esclarecer los asesinatos políticos ocurridos en el país, sin saberse bien a bien cuáles de ellos, ni si esa Comisión será una autoridad suprajudicial.

O bien se trata de darle chamba a una camarilla ligada a Camacho para tener un poco de circo cuando los apremios políticos del nuevo gobierno lo requieran.

En materia de política exterior, la figura del “Zar de la frontera” fue acogida con una mezcla de escepticismo e indiferencia.

El director de El Colegio de la Frontera Norte la minimizó diciendo que al parecer se trata de revivir antiguas oficinas que naufragaron por falta de una contraparte operativa del otro lado de la línea.

Y así podríamos seguir con esos pequeños botones que muestran cierto apresuramiento y denotan que no han pensado bien las cosas.

Llama la atención que así suceda, porque el buen ambiente que hay de parte de la población hacia Fox puede irse gastando.

Hay quienes están interesados en que ello ocurra lo antes posible para empezar la guerra.

La ciudadanía, por su parte, votó por el cambio y va a querer que se note.

Y Fox esta obligado a darle a ese cambio una interpretación distinta y más atractiva que las superficialidades que hasta ahora han presentado sus colaboradores.

Porque el cambio que al parecer espera la ciudadanía es mucho más sencillo y tiene muy poco qué ver con lo que de manera atropellada y precipitada han mostrado los colaboradores de Fox.

Seguridad en la vida diaria para los habitantes.

Seguridad para el patrimonio del empresario que puede perderlo todo en un secuestro.

Seguridad para el trabajador que en el pesero es despojado de su salario.

Seguridad para la estudiante o mujer trabajadora que corre el riesgo de ser violada en un asalto al microbús.

Que ya no muerdan en las ventanillas de trámites.

Que se respete a México en el exterior.

Que a nuestros indocumentados en Estados Unidos no les pisoteen sus derechos y que el reclamo de nuestro gobierno tenga algún peso.

Que el dinero rinda más.

Que se perciba un horizonte de mayor bienestar y no nos digan que estamos condenados a ser pobres.

Ese es el cambio.

Si no hay respuestas eficaces en algunos de esos renglones y nos quedamos con el cambio de nombre a dependencias públicas y redistribución de funciones en el gobierno, como si esas fueran las tareas importantes, entonces el proyecto que ganó el 2 de julio y cuenta con la simpatía mayoritaria de la población, puede acabar siendo el parto de los montes.

phiriart@cronica.com.mx

 

Publicado en La Crónica, 07 agosto 2000

 

 

 

 

 


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