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José Herrera Peña

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Petróleo y elecciones

Alejandro Vázquez Enríquez*



Dr. Luis Téllez
Secretario de Energía
Gobierno de México

 

México no busca precios artificialmente altos, pero tampoco está de acuerdo con precios artificialmente bajos. Rechaza los ciclos de sobresaltos y desplomes en los precios; pero también aumentos en tasas de interés, inflación mundial y recesión. Busca la estabilidad. Estabilidad para productores y consumidores. Estabilidad en la economía mundial. Estabilidad en beneficio de todos.

Hace un año los precios del petróleo llegaron a niveles extremadamente bajos que afectaron el desarrollo del país. Nuestros ingresos petroleros representan aproximadamente la tercera parte de los ingresos fiscales. Para superar tal situación no había más opción que aumentar el déficit o reducir el gasto. La primera significaba gastar lo que no tenemos; la segunda, sacrificios.

Se optó por la segunda. El gobierno hizo tres recortes al presupuesto por un total de 3 mil millones de dólares. Se redujeron programas en áreas estratégicas y se pospusieron otros. El PRD y el PT, en lugar de proponer algo constructivo, se limitaron a exigir que los recortes no los afectaran: ni a sus partidos, ni al Distrito Federal -por ser la entidad que gobiernan- y de paso, que no se elevaran las cuotas de la UNAM. El ingeniero Cárdenas decretó que la educación debe ser gratuita. Nada es gratuito. El coletazo político de la UNAM –bajo el cual todavía vivimos- ha costado al país otros mil millones de dólares.

El gobierno federal, mientras tanto, diseñó una estrategia integral para enfrentar y superar la crisis financiera. Por una parte, impulsó el comercio internacional, y por otra, readecuó su política en materia de energéticos. En cuanto al comercio, logró que se elevaran las exportaciones en el marco del TLC. Y en lo que se refiere a energéticos, los resultados variaron. En electricidad, las resistencias impidieron el avance. Pero en materia de petróleo, éste ha sido indiscutible y fundamental.

En los últimos días se ha dicho que el precio ha alcanzado un nivel demasiado alto. Esto es cierto en relación con 98; pero no con 96 y 97. En estos años, su precio estaba a un nivel que no fue alcanzado sino hasta el segundo semestre de 99. Su fluctuación no sobrepasaba la banda de los dos dólares.

A fines de 97, acontecimientos inesperados rompieron el equilibrio. Por una parte, el invierno fue muy clemente. Por otra, surgieron crisis financieras en Asia, Rusia y Brasil. Además, se redujo la liquidez en los mercados internacionales de capital. Todo esto contrajo la demanda. En cambio, la oferta se mantuvo. Los inventarios mundiales crecieron. En agosto de 1998 habían sobrepasado los 6 mil millones de barriles, "el nivel más alto nunca antes observado desde la Gran Depresión", al decir del doctor Luis Téllez, secretario de Energía. El resultado fue el vertiginoso descenso de los precios: de 21.30 dólares por barril en octubre de 97 a 9.80 en enero de 98.

Tarde o temprano tendría que sobrevenir también la caída de la oferta. Era inevitable. Y ésta se daría en forma espontánea o racional. El deterioro de los activos desataría la primera con resultados impredecibles. La reducción disciplinada de la producción sería la otra, pero controlada. El gobierno mexicano optó por ésta.

De marzo de 98 a marzo de 99, México y otros países productores de petróleo redujeron la oferta en 5.24 millones de barriles diarios, es decir, 7% aproximadamente de la producción total mundial. Al mismo tiempo, la demanda volvió a incrementarse a razón de 1.3 millones de barriles diarios. Empezó la recuperación de los precios. Los países consumidores recurrieron a sus inventarios: 300 millones de barriles en 99 -según los expertos- que representan 5% del total mundial. Pero el reajuste continuó.

Para el segundo semestre de 99, como se dijo antes, los precios retomaron los niveles de 96 y 97 en términos nominales. Es cierto que en los meses recientes han subido ligeramente, pero no como para ocasionar los trastornos mundiales que se han vaticinado. El alza responde a causas coyunturales, no estructurales. Extinguidas estas causas, los precios recobrarán su nivel: en EEUU el invierno está por terminar; las reservas para enfrentar el desajuste informático de 2000 están regresando al mercado, y el retiro parcial de Irak es transitorio.

La preocupación de los países industrializados por adelantarse a los acontecimientos y bajar los precios es legítima. Pero la de los países productores por estabilizar el mercado también. El secretario de Energía de los EEUU acaba de visitar a su homólogo en México para hablar sobre el tema. No es momento de criticar la política del gobierno - señores Cárdenas, Fox, Camacho y demás- sino de apoyarla. Los intereses nacionales están por encima de los electorales.



*Economista con estudios en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y en el MIT de Boston, Mass., EE.UU. Actualmente,  diputado del PRI a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

 

Artículo publicado en El Economista el 22 de febrero de 2000 y reproducido en esta página con autorización del autor.