Historia y política    
Información sobre México

José Herrera Peña

Quien es el editor


Portada

Sección política

Enlaces

Ilustraciones

Temario y cronología


Cuauhtémoc recupera la ciudad de México

Esperanza, respaldo popular y apoyo político

Tres grandes problemas urbanos

El hundimiento de la ciudad

Nueva cultura del agua

 

 

Hace quinientos años, Cuauhtémoc perdió a la mitológica ciudad lacustre de Mexico-Tenochtitlan frente a los españoles. El 6 de julio o, si se prefiere, el viernes 5 de diciembre anterior, otro Cuauhtémoc -el hijo de Tata Lázaro- recuperó a la bella ciudad de México-Distrito Federal frente al PRI. Tal es la tesis de Carlos Fuentes.

Con la caída de Tenochtitlan se hundió toda una civilización. De ella no quedaron ni cenizas. Con las piedras del Gran Teocalli -templo en el que se rendía adoración a las deidades aztecas-, se levantó la catedral metropolitana, símbolo de la dominación religiosa del catolicismo de la contra-reforma. Con los cimientos del Palacio de Moctezuma -casa de gobierno del príncipe prehispánico- se construyó el edificio de gobierno del virrey español, hoy Palacio Nacional. En lugar de los dulces acentos del idioma náhuatl, resonaron en la dilatada plaza central -hasta la cual llegaban los canales procedentes de Xochimilco-, los duros ceceos de los que serían llamados por el vulgo "gachupines".

Ahora, al recibir la ciudad, Cuauhtémoc Cárdenas recibió igualmente un apoyo nunca visto en la historia. Nunca gobernante alguno había encarnado tantas esperanzas de la población. Nadie recibió jamás tal respaldo: de los pobres y de los ricos, de los empresarios y de los marginados, de los jóvenes y de los viejos, de las mujeres y de los hombres, de los trabajadores organizados y de los vendedores ambulantes, de los burócratas y de las fuerzas de seguridad, de la población capitalina y de la población del país, de los organismos civiles y de los partidos políticos, de quienes son sus partidarios y de sus más críticos opositores, de la Asamblea de Representantes y del Tribunal Superior de Justicia, de los gobernadores vecinos y de los presidentes municipales que colindan con el Distrito Federal, del Congreso de la Unión y del Presidente de la República.

Su gobierno recibió vastísima información del anterior. "Nunca antes -señala el diputado Manuel Aguilera Gómez- se había llevado a cabo una transición de gobierno apoyada con tan amplia información acerca de la ciudad y sus problemas, como la que ha recibido el equipo del ingeniero Cárdenas". Inclusive el Estatuto de Gobierno -que hace las veces de ley fundamental del Distrito Federal- fue reformado y adicionado de inmediato por el Congreso de la Unión, a iniciativa de la Asamblea de Diputados local -dominada por la fracción parlamentaria perredista- para incorporar o modificar todas aquellas disposiciones que permitan al nuevo Jefe de Gobierno ejercer sus funciones.

Tres grandes problemas urbanos

Recibió también una ciudad con problemas. ¿Qué ciudad del mundo no los padece? Y además, ya que se trata de una gran ciudad, de grandes problemas; pero, como dijo el citado diputado Manuel Aguilera Gómez, coordinador de la bancada parlamentaria del PRI en la Asamblea de Diputados del Distrito Federal y ex-Regente de la capital: "¿qué gobernante no se ha encargado de la ciudad sin heredar problemas?"

Tres de ellos son graves: la inseguridad general, la contaminación ambiental y el hundimiento de la gran urbe. Tendrá 1,100 días para enfrentarlos. "Ciertamente poco tiempo", expresó en su discurso de bienvenida el diputado perredista Martí Batres, presidente de la Asamblea de Diputados del Distrito Federal. El distinguido legislador local hubiera preferido contar con 1,100 años; pero ni los sueños hitlerianos del Tercer Reich, ni una guerra mundial, hicieron posible tal duración. Habrá pues que conformarse con el término establecido por la ley.

Cuauhtémoc inmediatamente corrigió a su coordinador parlamentario. 1,100 días es poco y es mucho; todo depende. Es poco para algunas cosas; suficiente para otras e incluso mucho para algunas.

E inmediatamente acotó las tres cosas que en tal plazo no intentará concluir; en sus propias palabras: "Los grandes proyectos de transporte público, de suministro de grandes volúmenes de agua para la región metropolitana y de abatimiento de la contaminación". Para estos menesteres, dijo, "es un periodo corto".

En cambio, "para eliminar focos de corrupción y de ineficiencia, para combatir con toda decisión la delincuencia, para poner en práctica otra forma de gobernar y empezar a abrir los cauces de la participación ciudadana -advirtió-: o lo comenzamos a hacer desde el primer día -ahora, ya-, con la entrega, inteligencia, pasión y responsabilidad, como si el tiempo se nos estuviera acabando, o no lo haremos nunca".

De los tres grandes problemas, por consiguiente, uno atacará de inmediato. Es el más sentido por la población en estos momentos. Y no hay duda de que tendrá éxito: la inseguridad general. Quizá para resolver el problema del agua disponga igualmente del tiempo necesario.

Los otros dos -contaminación ambiental y hundimiento de la ciudad- no los resolverá durante el tiempo de su encargo; pero tampoco los descuidará.

En cuanto a la contaminación ambiental, anunció la sustitución del uso de gasolinas por gas natural en el transporte público. Gracias a ello, se abatirá 40% de la contaminación atmosférica, según sus cálculos, en un plazo de seis a ocho años.

Por lo que se refiere al otro problema, al del hundimiento de la ciudad -problema viejo y siempre nuevo-, no hizo mención alguna. Y es que resolverlo implica no sólo reducir la extracción de agua del subsuelo del Valle de México sino, al contrario, inyectársela; lo cual no deja de ser un asunto tan complicado como el de encontrarle la cuadratura al círculo.

¿Qué hacer? ¿Seguir extrayendo el agua para satisfacer los estruendosos reclamos de la población urgentemente necesitada de ella? ¿Suspender su aprovisionamiento para reducir el hundimiento desigual de las capas geológicas del valle, que tantas fracturas ha causado y sigue causando a inmuebles, redes que suministran del líquido y drenaje profundo? ¿Aumentar la explotación de las cuencas cercanas a costa de su acusado deterioro ecológico y conducir al valle un agua cada vez más escasa y más cara? ¿Restablecer el equilibrio ecológico de las sufridas cuencas antes de que sea demasiado tarde?

El hundimiento de la ciudad

En esta ciudad, asentada sobre lo que era un inmenso lago, el agua es escasa. Los mantos acuíferos quedaron por debajo de ella. El agua para abastecer a la población del Distrito Federal es de dos procedencias: 57% se extrae de fuentes subterráneas mediante pozos que van de 200 a 410 metros de profundidad, y 43% es conducida desde las cuencas del Lerma y Cutzamala a través de 140 kilómetros de distancia y bombeada a 1,100 metros de altura, con un consumo de 3.4 millones de barriles de petróleo valuados en 60 millones de dólares al año.

Para distribuir el líquido en la ciudad se ha construido un acuaférico o acueducto perimetral, con una longitud total de 42 kilómetros y diámetro de 14 metros, de los cuales 22 kilómetros están en operación, 10 en construcción y 10 en proyecto.

Dicha obra hidráulica -túnel en roca que empieza en Huixquilucan y terminará en Milpa Alta- está apoyada por 227 plantas de bombeo, 16 plantas potabilizadoras y 360 dispositivos de cloración.

La siguiente etapa de esta colosal obra entrará en operación a fines de 1998 y la última a fines de 2000.

La infraestructura principal del sistema proporciona 35,000 litros de agua por segundo a la población. Para ello es necesario operar y dar mantenimiento a 910 kilómetros de red primaria, numerosas válvulas de 294 tanques de almacenamiento, 284 plantas de bombeo, 5,214 kilómetros de acueductos, 638 pozos, 47 manantiales y 17 plantas potabilizadoras con 356 dispositivos para desinfección, con los altos costos que dichas operaciones representan.

Captar, controlar y evacuar no sólo las aguas residuales sino también las pluviales significa además operar y dar mantenimiento a 2,000 kilómetros de colectores con 85 plantas de bombeo, desazolvar 17 presas, 10 lagunas de regulación, 129 kilómetros de cauces a cielo abierto y 47 kilómetros de ríos y canales entubados, así como mantener en operación 156 kilómetros de drenaje profundo.

Nueva cultura del agua

Ahora bien, en los últimos años se ha aprovechado el agua residual mediante 24 plantas de tratamiento y se ha distribuido ésta a través de 626 kilómetros de redes y 21 plantas de bombeo. El sistema de descarga y tratamiento de líquidos residuales y aguas pluviales requiere de un consumo anual de 20 millones de barriles de petróleo con un costo aproximado de un millón de dólares diarios.

Reducir la velocidad y los niveles de hundimiento de la ciudad de México (que llegó a 18 centímetros por año a partir de la década de los 80), implica no sólo disminuir la sobre-explotación del manto acuífero del Valle sino también reutilizar al máximo el agua residual tratada para reinfiltrarla o inyectarla al subsuelo; recarga que a pesar de que actualmente se hace a razón de 22,000 metros por segundo, es insuficiente para lograr el efecto antes enunciado.

Aumentar la productividad de la administración para suministrar el agua a los usuarios y reinfiltrarla al subuelo es, aparentemente, el único medio para reducir las abundantes pérdidas ocasionadas por fallas estructurales del sistema así como por el despilfarro de los usuarios.

Una eficaz administración, por consiguiente, así como una nueva cultura del agua, constituirán los elementos clave no sólo para disminuir los costos de energía eléctrica e hidrocarburos que se invierten en el abastecimiento y descarga del líquido, sino también para conservar el nivel de los acuíferos, reducir la velocidad de hundimiento de la ciudad, causar menores daños a edificios históricos e inmuebles en general, reducir el porcentaje de fracturas en redes y alcantarillado, imprimir mayor eficiencia al sistema de drenaje, y mejorar el entorno ecológico de las cuencas del Valle de México y del Lerma.

Por lo pronto, Cuauhtémoc tiene una idea clara del problema, cuya solución no está tan distante, pues será resuelto en gran parte -en lo que se refiere al abastecimiento del líquido- a fines de 1998 y totalmente a fines de 2000. Queda pendiente su reintroducción integral al subsuelo y otras medidas de apoyo para impedir el hundimiento de la ciudad. Dijo:

"Los proyectos para traer agua a nuestro Valle de México de la cuenca alta del Balsas o las plantas de aguas residuales -en lo que hace sobre todo a su localización- se revisarán en sus bases técnicas, en su concepción integral y respecto a sus impactos sociales (así como) sobre los recursos naturales, de las regiones que pudieran afectarse con su realización, para proceder con las racionalidades necesarias tanto en la satisfacción de las necesidades de la población como en el manejo hidráulico en las distintas cuencas involucradas".

Lo importante, sin embargo, no sólo en esta materia sino en todas las que constituyen la problemática del Distrito Federal, fue su mensaje final: "La ciudad de México será, por la dedicación y voluntad de todos nosotros, la ciudad de todos y para todos: segura, productiva, de educación y cultura, de vida digna, solidaria y democrática. Podemos lograrlo y lo vamos a hacer".

¨ ¨ ¨ 

Arriba


Portada

Sección política

Enlaces

Ilustraciones

Temario y cronología